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Este no fue un sábado como otro cualquiera en Brieva de Cameros. El día comenzó con la misa y procesión en honor a San Isidro, con posterior vermú en el que uno de los temas de conversación por excelencia era lo que iba a ocurrir ... en la plaza del pueblo esa misma tarde. «¿Vosotros qué vais a meter? ¿Quién creéis que llegará a abrirla? ¿Dónde se va a enterrar?», eran unas de las preguntas que más se escuchaban. Y todas ellas se referían a la cápsula del tiempo de Brieva. Una caja en la que los cortezudos guardarían recuerdos muy variados y que no se volvería a abrir hasta el 1 de agosto del año 2100. Dentro de 77 años.
Esta es una iniciativa que nació de la Asociación Brita, en concreto de uno de sus miembros, Pablo Fontecha. Se comentó con el Ayuntamiento de Brieva, se organizó, se compartió con el pueblo y este sábado se llevó a cabo este ritual tan peculiar como significativo.
A eso de las 18.00 horas, los vecinos de Brieva comenzaron a llegar a la plaza, donde la cápsula ya les esperaba a las puertas de la iglesia, preparada para albergar recuerdos de todo tipo de los cortezudos y cortezudas. Al principio parecía que nadie se atrevía a ser el primero en meter sus objetos, per dos vecinas, madre e hija, dieron el primer paso. «Vamos a meter cuatro fotos, con cartas, de cuatro momentos que hemos vivido en nuestra familia y que nos parecen importantes: de la carrera solidaria que hubo en favor de la lucha contra la ELA, momentos en casa con el abuelo, una tarde de verano en el río con los únicos de la familia que pueden llegar a abrir la cápsula y otra en un rincón del pueblo muy importante para nosotros», explican.
No son las únicas vecinas que decidieron llevar algún recuerdo de esa carrera solidaria que hubo en el pueblo. La familia Díez-Varona también metió una foto en recuerdo de ese día «en el que el bar donó 800 euros a la investigación contra la ELA», así como pulseras conmemorativas de la carrera. «Ojalá cuando abran la caja se sorprendan al ver estos recuerdos porque la ELA ya esté curada», expresaron algunos vecinos.
Fotografías y cartas fueron los objetos más repetidos que se introdujeron en la cápsula. Pero también hubo otros como una manualidad de un pastor con su oveja que un vecino hizo a mano para que las generaciones futuras conozcan la tradición de Brieva. Otro vecino optó por meter una cinta de música de Leonard Cohen y un disco de vinilo de 'Love is in the air'. Para que dentro de 77 años «escuchen musiquina, si saben cómo».
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