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Es la tercera ola de calor de este verano y el termómetro supera los 36 grados en el centro de Logroño. El asfalto y el cemento arden. A apenas 20 kilómetros la temperatura baja al menos 5 grados, pero la sensación térmica es aún menor. El cañón del río Leza es un tesoro natural y geológico, pero también un refugio climático. Las rocas protegen del calor y en su seno, al paso del Leza, el verano casi parece primavera.
Desde Leza de Río Leza hay acondicionado un camino circular de apenas 4 kilómetros, pero con un desnivel a tener en cuenta, que recorre la parte baja del cañón, que en realidad nace en la vecina Soto en Cameros. Primero los olivos y después las encinas, endrinas y zarzamoras protagonizan la vegetación. Abajo, a pie de río, el senderista atento se puede topar hasta con una vid y un rosal. Pero, sobre todo, sorprende el silencio. La tranquilidad es otro tesoro del cañón. Si acaso, de vez en cuando el zumbido de un insecto o el de una moto allí arriba, en la carretera LR-250, rompe el mutismo.
O el chillido de un águila anidada entre las rocas. No son las únicas aves que habitan esta hendidura, también el mirlo, el verdecillo, el picapinos, el colirrojo y la curruca. Los impresionantes cortados también son el escenario del vuelo de buitres que parecen parapentes sobre el cielo. A veces, a menudo en agosto, también se escucha el jolgorio propio de la juventud al fondo del cañón, en las pozas, donde los muchachos disfrutan del agua entre renacuajos y pececillos.
Escondidas como las verdaderas joyas están las Fuentes del Restauro, piscinas naturales de cada vez más difícil acceso por los desprendimientos. El cañón entraña sus peligros, los desniveles, los torrentes en caso de tormenta, las piedras... pero nada fuera de lo normal en el entorno natural.
De alguna manera es la bienvenida al Camero Viejo, con la salvedad de que Leza de Río Leza no pertenece a él. El Ayuntamiento, en lugar de crear unas piscinas municipales, ha habilitado una poza en el río a pie de pueblo para refrescarse sin peligro ni necesidad de adentrarse en el cañón.
Este mismo año también se ha reabierto el bar municipal. Y también cuenta con un proyecto de rehabilitación de sus calados, en uno de los cuales se cría un cava con miel. Cerca de los calados se encuentra uno de los neveros más antiguos, profundos y mejor conservados de La Rioja.
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Lucas Irigoyen y Gonzalo de las Heras (gráficos)
Carlos G. Fernández y Leticia Aróstegui
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