La naturaleza no se cansa de dar sorpresas a propios y extraños. Hace unas fechas, un camprovinés muy aficionado y estudioso de la ornitología, Ismael Prado, descubrió «por casualidad» un nido extraño en la localidad. «Había un chico del pueblo limpiando las sepulturas del cementerio ... y me dijo que había un nido muy extraño. Yo me di cuenta enseguida que no era normal, que era una novedad, ya que se trataba de un nido de golondrina 'dáurica' que, yo creo que no lo haya visto nunca nadie en Camprovín».
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Según explica, se trata de un ave migratoria insectívora que construye sus nidos con alguna singularidad respecto a las otras dos clases de golondrinas que también fabrican sus nidos con barro: «Lo realizan en forma de iglú invertido o una especie de taza pegada a la pared a la que añade medio tubo de entrada de hasta 25 centímetros de largo».
Pero, además de esa singularidad que la diferencia de sus primas animales, está también que es un ave que «en los libros especializados ya dicen que habitan muy al sur de España, Málaga o Cádiz, pero sobre todo en Marruecos», explica Prado. Su llegada a estas latitudes y altitudes, añade este aficionado a la ornitología, «podría ser consecuencia de una expansión natural de esta ave, o también por efecto del cambio climático».
Respecto a su localización, en un edificio junto al cementerio, apunta a que hubiera elegido ese emplazamiento porque «necesita como hábitat de cría túneles o cosas parecidas con apertura por los dos extremos, además de que precisa tener cerca barro abundante, y muy próximo a donde ha puesto el nido. En este caso tiene una charca que se vacía para regar y ahí tiene disponible mucho barro».
Además advierte este socio de la Sociedad Española de Ornitología (SEO Bird Life), que «como se puede apreciar en las fotos, en proporción a su tamaño necesita mucho barro, ya que hace un nido mucho más grande que las otras golondrinas». En este caso, ha llegado a aprovechar un nido viejo de una golondrina común, que se ve blanco de cuando se pintó esa pared y techo. «En lugar de retirarlo, porque aquí se respeta mucho a estas aves, se dejó y se pintó del mismo color que la pared. Lo que se ve del color barro es lo que ha añadido la golondrina Dáurica», añade.
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En cuanto a su morfología, «esta es más vistosa que la común, ya que tiene la nuca y la cara anaranjadas, las alas largas y apuntadas, y también muestra tonos naranja en la parte inferior delantera, con una cola muy larga y ahorquillada de color negro», explica Prado.
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