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«Un lugar privilegiado». Juanjo Riaño y Rosa María Stolle, enfermero y médico del consultorio médico de San Román de Cameros. Justo Rodriguez

Cameros, zona libre de virus

La zona básica de salud de San Román es la que menor incidencia sufre de COVID-19 en La Rioja, con un solo caso oficial que no vive allí. La despoblación está salvando al envejecido vecindario

Diego Marín A.

Logroño

Martes, 21 de abril 2020, 20:16

Fernando asegura que su vida no ha cambiado con el estado de alarma y el aislamiento: «Lo mío es pura rutina, yo hago todos los días lo mismo, pero entiendo que los demás están mal». Lo que sí echa en falta, confiesa, es a su perro Yaco, que le hacía compañía, porque a sus 77 años vive solo, desde hace 14 en Soto en Cameros. «Todos los días me levanto, me hago la comida, me echo la siesta y voy a tirar la basura, y como el contenedor está en el quinto carajo, me paseo un poco», cuenta.

Aunque expone con seguridad que es «feliz», Fernando también declara que siente preocupación por sus hijos, residentes en Logroño («el que me trae los suministros»), en Miranda de Ebro y en Zahara de los Atunes, «sobre todo por los dos primeros». Él, sin embargo, afirma que «no tengo nada de miedo, si, además, ¡soy de hierro!, tengo implantada una válvula en el corazón...». Solo parece mostrar pesadumbre por la pérdida de su mascota. Y es que, reconoce Fernando, «me hacía mucha compañía, era un animal muy listo, y ahora estoy un poco triste por eso, porque llevaba 13 años con él y se me ha muerto».

El Camero Viejo es, después del Nuevo y Cervera, la zona básica de salud que, según la información oficial proporcionada por la Consejería de Salud del Gobierno de La Rioja, menos sufre el COVID-19. Solo se ha diagnosticado un caso de contagio, en San Román, si bien la alcaldesa, Pilar Cristóbal, aclara que realmente fue el de una mujer empadronada allí pero que vive fuera, en una residencia de mayores. Una familia trasladada a la zona en los últimas semanas, y aislada en su casa desde antes de la declaración del estado de alarma, presentó síntomas, pero no consta que a ninguno de sus miembros se les haya hecho pruebas.

«Evitamos en lo posible el cambio de profesionales para intentar minimizar los riesgos», explica la médico Rosa María Stolle

«La mayoría tienen a los hijos y a los nietos en Logroño y echan de menos el calor de la familia», apunta Juanjo Riaño

Rosa María Stolle es la médico de San Román, que cubre la zona desde Trevijano hasta Laguna y Ajamil, incluyendo Torre y Muro en Cameros. Habitualmente no llega a 300 las personas a las que atienden, aunque ya han notado un notable incremento de la población, doblándose o triplicándose en algunos municipios. De hecho, si antes la mayoría de la población era mayor, de riesgo, ahora se ha rejuvenecido, como si fuera verano. Es el caso de Teresa y su familia, que han subido a Soto en Cameros, aunque habitualmente viven y trabajan en Logroño: «Aquí estamos en un sitio privilegiado, pero no podemos salir. Solo que asomarse a la ventana y ver la naturaleza...».

«Estamos priorizando la asistencia telefónica. Los pacientes nos llaman, o les llamamos nosotros, y si hay que atenderles personalmente acudimos a sus propios domicilios, preferiblemente, o vienen al consultorio», explica Rosa María Stolle. Para ello, para poder llegar a pueblos recónditos como Hornillos y aldeas como Treguajantes, cuentan con un todoterreno del Gobierno de La Rioja. Ella se quita mérito y quiere otorgárselo a sus compañeros de los hospitales y UCIs, «ellos son los verdaderos héroes», pero lo cierto es que su praxis, de momento, mantiene allí a raya al COVID-19.

«Soy feliz». Fernando Sánchez acude con su carro a realizar la compra al furgón que acude a Soto en Cameros. Justo Rodriguez

«Evitamos en lo posible el cambio de profesionales para intentar minimizar los riesgos, ya que los sanitarios, ahora, podemos ser foco de contagio», señala Rosa María. Si habitualmente contaba con médicos de refuerzo, para evitar el movimiento de personal completa ella la semana entera. Y los tres enfermeros con los que cuenta, igual. «Aquí lo que ha cambiado es que antes el trato era mucho más personal, con un componente social y psicológico muy importante, y ahora es más extraño. La población es mayor y pluripatológica, muy sensible, pero se están portando muy bien, manteniendo su confinamiento», subraya la médico.

Herida y salvación

La escasa población del Camero Viejo, su herida, está siendo, a la vez, su salvación. «Mi lanza y mi condena», escribió Antonio Cillero Ulecia. «Hemos tenido algún caso sospechoso, como en todos los sitios, pero como no se han hecho pruebas a todo el mundo se han quedado 'sin el apellido'», declara Rosa María. Todo, la despoblación, el cumplimiento del aislamiento impuesto y el control de agentes externos han provocado que la zona, ahora mismo, permanezca libre de coronavirus. Esto no quiere decir que no haya trabajo, este no falta atendiendo a pacientes con diabetes, artrosis... «Esto está siendo duro. Trabajamos mucho, más que en cualquier época del año», asegura la médico.

«Hecho polvo». El panadero de Soto en Cameros, Francisco Javier Palacios, posa en su panadería junto a su madre. Justo Rodriguez

Juanjo Riaño es uno de los enfermeros y reconoce que «la gente está preocupada». «La mayoría tienen a los hijos y los nietos en Logroño y echan de menos el calor de la familia, pero están concienciados», apunta Juanjo, para quien, personalmente, «no es tanto una preocupación por nosotros mismos sino por nuestros pacientes y nuestras familias».

Francisco Javier Palacios es el panadero del Camero Viejo, lo recorre entero a diario y calcula que hay pueblos que han multiplicado su población hasta por cinco: «Aquí la gente es mayor y está preocupada, les cuesta salir hasta a por el pan y, si salen, compran para cuatro días, así que esto me está haciendo polvo».

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