Vistas de lujo de Calahorra al borde de la calle

Las vistas desde el interior de una ciudad permiten muchas veces disfrutar de una amplia perspectiva de los espacios naturales que le arropan. Una decena de miradores, la mayoría en el casco antiguo, ofrece en Calahorra esa posibilidad de observar paisajes.

Entre los preferidos de la zona histórica calagurritana casi hay unanimidad por el mirador del Rasillo de San Francisco, adosado a la terraza del albergue de peregrinos. Un espacio que lleva la mirada hasta la torre de la catedral, el convento del Carmen y el polígono de Tejerías. De noche, con la catedral iluminada, la imagen resulta aún más espectacular.

Otra perspectiva de la torre del templo y de sus tejados se aprecia desde el mirador de la calle Cabezo, en pleno barrio de la Judería. La calle Bellavista se abre con amplitud a la vega del río Ebro y a los montes de Navarra, mientras que, a pocos metros, junto a la sede de la Asociación de Vecinos del Casco Antiguo de Calahorra se aprecia una de las singularidades de la zona: el barrio de viviendas en torno al Arrabal con casas a distintas alturas y desgastadas por los años.

Las vistas desde Portillo de la Plaza también merecen una parada en esta calle, que cuenta con una extensa 'galería' desde la que observar el cambio de estaciones más allá del Cidacos. Muy cerca, en la plaza de la Verdura, su mirador ofrece también vistas al parque del Cidacos.

Ya en los barrios más recientes de Calahorra, la Era Alta cuenta con su propio mirador. La ribera navarra, las vías del ferrocarril, el polígono de la Azucarera.. se pueden divisar desde el enrejado que existe en este parque. El territorio navarro se alcanza igualmente desde el del sector residencial B5, en una pequeña zona de descanso entre las calles Río Tirón y Río Leza. Y el mirador de Minglanillos descubre de nuevo el Cidacos con los Agudos de telón de fondo.