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Juanjo y Alberto Sánchez, en su explotación de Calahorra. I. Á.
Los Sánchez y el último rebaño de Calahorra

Los Sánchez y el último rebaño de Calahorra

Los hermanos Alberto y Juanjo, con 950 ovejas, son los únicos pastores y su temor no es lobo sino el herbicida

Isabel Álvarez

Calahorra

Miércoles, 18 de septiembre 2024, 07:46

Ellos son 'los Sánchez'. Hermanos, ganaderos y los dos últimos pastores que quedan en Calahorra, en donde las ovejas no temen al lobo sino a los herbicidas. Se llaman Alberto y Juanjo y si de algo se sienten especialmente satisfechos es de poder dedicarse a una profesión que les cautivó desde pequeños. En su caso nada tuvo que ver con el relevo generacional. «Nuestro padre no era ganadero, era viverista, pero desde críos nos daba por los animales, nos gustaban mucho», recuerda Alberto. Sus primeras ovejas llegaron cuando tenían 16 años. Empezaron con unas 20 a finales de la década de los 70 en la casa de sus padres («donde está ahora el campo de fútbol en La Planilla»). «Todo aquello era campo, pero en la época de María Antonia San Felipe (alcaldesa entre 1987 y 1995) empezaron a obligar a sacar los animales del casco urbano y comenzamos aquí», explica Juanjo en la explotación que mantienen ambos hermanos desde entonces en el término de Campobajo.

De las 20 ovejas iniciales llegaron tiempo después hasta el millar. Las criaban y también las ordeñaban. «Las de ordeño eran laconas y las trajimos de Francia», dicen ambos. Hace tres años decidieron dejar definitivamente las labores de extracción de la leche, pero hasta entonces lo habían estado haciendo dos veces al día de lunes a domingo. Un trabajo al que otros ganaderos han preferido renunciar por el arma de doble filo lasue suponen a veces las subvenciones en el sector ganadero: «Cuando salió lo de las ayudas resulta que si ordeñabas estabas diciendo que tu explotación era más rentable y te quitaban el 30%. Así que la mayoría dejó de ordeñar, pero nosotros no queríamos que nos diesen, sino rentabilizar la explotación».

Rentabilidad

«El herbicida es el lobo de la ribera. Tenemos ovejas extraordinarias, que de repente adelgazan hasta que mueren»

¿Y cuántas ovejas se necesitan para que una granja sea rentable? «Para una sola persona, 750 como mínimo», responde Alberto. Ellos cuentan a día de hoy con una cabaña de 950 ejemplares y su rebaño es ahora el único que puede verse en el campo calagurritano, así que no suelen tener mayor problema a la hora encontrar pasto. Todo lo contrario a lo que sucedía cuando comenzaron a salir con el ganado. «Entonces estábamos en Calahorra 22 ganaderos y no había para tantos, así que había que echarles comida a las ovejas en el corral porque no comían lo suficiente», recuerda Juanjo.

Su cabaña suelen llevarla por el cordel de Campobajo, uno de los 14 caminos para el ganado en Calahorra, el cual discurre paralelo a la línea del ferrocarril. El municipio, como ha recogido José Luis Cinca, presidente de Amigos de la Historia de Calahorra, en el artículo 'Vías pecuarias de Calahorra' del número 28 de la revista Kalakoricos, cuenta con una extensa red de cañadas, cordeles, veredas y coladas de 110 kilómetros, que se han venido utilizando para la trashumancia.

El problema con ADIF

El lobo, en contra de lo que sucede en la sierra, no les quita el sueño, pero sí los tratamientos que ADIF realiza sin previo aviso en las márgenes de las vías para limpiarlas de hierbas. «El problema es que no hablan con nadie. Sólo queremos que nos avisen de la fecha que van a echar el herbicida para que durante 10 ó 15 días no pasemos por ahí», pide Alberto, que asegura que han perdido muchas ovejas por esta causa, además de los abortos que provoca. «Tenemos ovejas extraordinarias y, de repente, las ves que adelgazan y adelgazan hasta que se mueren», sostiene.

Constatar el motivo de las muertes tampoco es fácil. «Seprona te dice que busques un laboratorio que lo certifique, pero nadie se quiere meter con una empresa como ADIF», lamenta. Y es que «ADIF es ADIF y nosotros, sólo los Sánchez», dice bromeando.

De todos modoso el peligro de los herbicidas y pesticidas acecha en cualquier punto por el que pasa el ganado al ser Calahorra una zona agrícola junto al Ebro. «Yo digo que es el lobo de la ribera. En la sierra está el lobo y te incentivan si tienes mastines, que lo veo bien, pero aquí en la ribera tenemos el herbicida y nadie ve el problema», advierte Alberto.

El trabajo en la explotación comienza en esta época del año sobre las siete y media de la mañana. «Aquí puedes echar todas las horas que quieras. Siempre hay lío», añade. «No hay días libres, no hay fines de semana.., pero a mí dame esto y no la fábrica», sentencia Juanjo, que siendo joven trabajó en Francisco Moreno. Porque para los hermanos Sánchez ser pastor «nos gusta más que comer con los dedos». Y ahí va una reflexión de Alberto: «Me hace gracia cuando la gente dice que se tiene que ir de vacaciones para desconectar del trabajo. Eso es porque no está a gusto con lo que haces, digo yo».

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