El encuentro entre Cristo Resucitado y la Virgen Gloriosa, en una plaza del Raso repleta de público, ha puesto el broche de oro de a la Semana Santa calagurritana. La Virgen, ya sin el manto negro, recibía en sus manos una rosa blanca, colocada con ... ternura por un niño pequeño.
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Con el rostro descubierto, la única vez en esta Semana Santa, trabadores y acompañantes de todos los pasos contemplaban la mágica escena, al tiempo que la banda de tambores y cornetas de la Vera Cruz hacía latir con fuerza el corazón de los cofrades.
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