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Por si no fuera poco la lucha por sobrevivir frente a gigantes como Amazon o las grandes superficies comerciales, muchos pequeños establecimientos de barrio tienen que enfrentarse casi a diario a las micciones y excrementos de los perros. No es un problema exclusivo del comercio de Calahorra, ya que también es extensible al resto de ciudades, pero sí que lamentablemente se ha convertido en algo generalizado. «No es que te pase sólo una vez al año, es que ya es algo habitual. Cuando paseas por la calle te fijas y ves que ocurre en muchos sitios», explica María Ángeles Seminario, propietaria de una farmacia en la calle José María Garrido, donde hastiados de tener que limpiar cada día orines de perros en la fachada del establecimiento optaron, como hacen también otros propietarios de viviendas y locales, por colocar un cartel con una llamada de atención a los dueños de canes que les permiten miccionar en su local.
«¿Podría usted llevar a su perrito a hacer pipí a otra parte, por favor?», le afean a quien ha tomado la costumbre de dejar a su mascota hacer sus necesidades junto a la entrada de la farmacia. «Es que el animal no tiene la culpa porque es el dueño quien tiene que tirar de la correa para que no se mee», incide. Pero, aún con cartel de aviso, este toque de atención tampoco ha surtido demasiado efecto. «Los primeros días parecía que había funcionado, pero luego ya seguíamos igual», lamenta esta farmacéutica, que asegura que «tenemos que procurar estar pendientes de limpiar para que no se haga una mancha, porque además es poco higiénico».
En Calahorra, con un censo de 3.535 perros (según los datos del 2022 del Colegio Oficial de Veterinarios de La Rioja), la ordenanza de limpieza prohibe taxativamente las micciones y excrementos de mascotas en la vía pública. La normativa recoge que «los propietarios o conductores de animales domésticos habrán de evitar que estos realicen sus micciones y/o deposiciones de excrementos fuera de los lugares habilitados al efecto, en vías públicas, aceras, zonas ajardinadas, zonas peatonales o de paso y espacios públicos destinados al paso, estancia o recreo».
María Ángeles Seminario
María Ángeles Seminario
No obstante, en el caso de no existir tales lugares, o encontrarse muy alejados, «en el supuesto de inevitable deposición, se autoriza que los animales efectúen sus deposiciones en los sumideros de la red de alcantarillado, o en la calzada junto al bordillo, o en los alcorques de los árboles desprovistos de enrejado». En cualquier caso, el dueño del animal «deberá recoger los restos de excrementos» y «limpiar la zona afectada».
La ordenanza tipifica el incumplimiento de estas normas como una infracción grave, con una multa que oscila entre los 90,16 euros hasta 180,30 euros. Preguntado por este periódico por el número de sanciones que se han interpuesto en los últimos años por la no recogida de excrementos o los orines, el Consistorio no pudo ayer ofrecer el dato.
«Entiendo que no puede haber una vigilancia todo el día, pero si se pone una norma y no hacemos porque se cumpla, no vale para nada», incide María Ángeles Seminario.
En esta misma línea se pronuncia Mario Herreros, propietario de la joyería Monreal en la calle Grande. «La gente se tiene que concienciar de que las calles son como su casa, y aunque quizá sea una medida impopular para ello hay que aplicar la ordenanza y sancionar», opina este comerciante. Por otro lado, Herreros defiende que los problemas que persisten por la falta de concienciación ciudadana con la suciedad sólo se zanjarán cuando «se le dé igual importancia al cumplimiento de la normativa de limpieza como se le da a la de tráfico».
Piluka Cortés, también comerciante de la calle Grande y dueña de la tienda Tope, afirma que para hacer cumplir la norma se necesita «más presencia policial» en la vía pública. «Yo tuve que quitar una maceta de la entrada de la tienda porque los perros se meaban ahí», comenta, al tiempo que aprovecha para solicitar un mejor mantenimiento de la calle Grande, ya que «además pagamos el impuesto de la contribución porque está considerada vía de primera».
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