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No es que el amor, como se dice, puede estar a la vuelta de la esquina, sino que a veces ocupa paredes enteras. La necesidad de pregonar a los cuatro vientos quién es la persona que nos tiene enamorados hasta las trancas se palpa a diario en muros, escaleras, bancos... y, en Calahorra, en muchas de las paredes de inmuebles abandonados y solares del casco urbano.
Para declaración amor, con una pared como lienzo, la de 'Alacrán' a su 'Negrita' en la fachada de una vivienda en ruinas en la calle Portillo de la Plaza. El autor, que ha ocupado prácticamente toda la pared, no escatima en corazones y metáforas para sorprender a su amada o, no sabemos, si conquistarla. «Mi tesoro, mi amuleto, mi talismán, mis alegrías y ganas de reír y de vivir», le deja escrito en letras mayúsculas, entre la media docena de frases de amor que le dedica en este inmueble situado frente a la Casa Santa.
Por si no fuera suficiente, 'Alacrán' pensó también el calle Cavas para demostrar el amor a su 'Negrita', a la llama «bella» y le dice «te amo» en la pared de un edificio al comienzo de esta vía. ¿Qué le llevaría a 'Alacrán' a manifestar la pasión que siente tan la vista de todos? «El ser humano ha buscado desde siempre la manera de representar aquello que nos preocupa, que nos emociona. Y como además somos seres que sólo sabemos vivir en sociedad, expresar nuestras emociones nos hace situarnos en un lugar, tener un rol dentro de nuestras comunidades, llamar la atención del otro e incluso puede que llamar a aspectos más divinos o místicos, por ver si los dioses se confabulan para ver si ese amor es correspondido», explica Juan Jesús Torres Jurado, docente del Grado en Fotografía de UNIR, que ha investigado sobre el arte y el dolor.
Los sentimientos «tan fuertes como el amor, la muerte, el abandono... son abstractos y no tienen forma», por lo que «tenemos una necesidad imperiosa de expresarlo... Sobre todo porque somos seres sociales», dice Torres Jurado. En este sentido, abunda en que a la hora de representar una declaración de amor en un lugar público «no se trata tanto de llamar la atención del otro sino de humanizarse uno mismo».
Hasta ahí, cualquier expresión del amor es entendible y correcta. El problema surge cuando se incumple la norma y aparecen pintadas en lugares inadecuados o que afean el paisaje urbano. La normativa municipal de Calahorra es muy clara en este aspecto. Así lo recoge de manera específica en el artículo 8 del capítulo II, que regula la limpieza de los espacios públicos. Este punto prohibe «la realización de toda clase de pintadas en la vía pública, tanto sobre sus elementos estructurales, calzadas, aceras y mobiliario urbano como sobre los muros y paredes exteriores de la ciudad, excepto las pinturas murales de carácter artístico realizadas sobre las vallas de los solares, para las que será necesario la previa autorización».
Contravenir este artículo de la norma se considera una infracción leve, que puede llevar a una multa de hasta 90,15 euros. Aún así, y quizá porque 'el amor está por encima de todo', el símbolo más universalizado de este sentimiento, el corazón, late en infinidad de paredes. «Aquí hay un encuentro de algo muy atávico, como es la expresión de la emoción, con algo más moderno que es la ordenación del espacio en el que vivimos», precisa Torres, a la vez que subraya que ser humano «siempre ha dejado su marca».
Limpiar las pintadas es competencia del Ayuntamiento en el caso de que los espacios en los que se encuentran sean públicos. En ello se ha afanado, precisamente, esta semana la alcaldesa, Mónica Arceiz, quien se dejó ver el pasaje del Mercadal, eliminando, rodillo en mano, un 'Laura H. te quiero'.
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