ISABEL ÁLVAREZ
Miércoles, 9 de junio 2021, 02:00
Amiles de kilómetros de La Rioja, Atika Barkaoui y Ana Escorza hacen sonar la jota riojana. La primera ha conseguido que la baile un grupo de escolares de una pequeña escuela de Lituania. La segunda, en Santiago Chile y después de varios años fuera de ... España, lo hace con un grupo de descendientes de riojanos, en la Sociedad Benéfica de La Rioja integrada en el Estadio Español.
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Ambas son miembros del grupo de danzas Coletores de Calahorra. Ana, casi desde que empezó a andar («entré en la escuela con tres años y he bailado hasta que me fui al extranjero») y Atika, que siente tan suyo el floclore calagurritano como sus raíces árabes, se unió al grupo hace tres años motivada «por una amiga que bailaba».
En la recta final del curso, en el colegio al que Atika llegó en septiembre como maestra de Inglés de Primaria, el profesorado preparó actividades artísticas con los pequeños. Algo muy habitual en este centro, donde las aulas toman un aspecto más acogedor en pequeñas casas de madera. «El cole está en un bosque y sigue la metodología Waldorf», explica Atika, que valora positivamente este método pedagógico centrado en el niño, en sus ritmos de aprendizaje, y en el que los trabajos manipulativos y artísticos son clave.
Como colofón al curso Atika les enseñó a bailar la jota de La Rioja Alta. «A los niños les encantó. Buscaron vestimentas parecidas al traje regional de Calahorra y en Youtube les puse la danza de Coletores de Calahorra», relata. «Ellos de España solo conocían el flamenco, así que fue una manera de mostrarles que tenemos muchos más bailes», valora. Eso sí, los pequeños acabaron agotados: «Me decían que se cansaban de dar tantos saltos y de tener todo el rato los brazos arriba», dice entre risas.
Después de pasar en Bélgica hasta noviembre de 2020, la astrofísica calagurritana Ana Escorza se trasladó a Chile con una beca postdoctoral para trabajar en el Observatorio Astronómico Austral. Su vida gira en torno a las estrellas y al manejo de los telescopios, pero gracias a internet ha podido dar en Chile con la manera de volver a sentir otra de sus pasiones: el baile riojano.
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Todo fue por casualidad. «Indagando por páginas web encontré que en Chile había una Sociedad Benéfica de La Rioja, dentro de lo que es el Estadio Español, en el que todos sus miembros son descendientes de españoles», relata. «Descubrí que tenían 'Casa de La Rioja' y un grupo de baile», añade. Enseguida se puso en contacto con ellos a través de un correo electrónico y al poco tiempo ya estaba ensayando con el grupo. «Mi familia entera es del grupo de Calahorra y me hizo mucha ilusión tener la oportunidad de seguir bailando fuera de Calahorra», completa. El primer encuentro «fue como estar en casa». «Hasta me dieron una garrafa de zurracapote», agradece.
La pandemia dificulta ahora los ensayos. «De momento solo he ido dos días», dice Ana, que ya sabe que el grupo tiene aprendidos «algunos de los bailes de Calahorra y también el Canario, las vueltas de Arnedo, la jota de Logroño...». «Lo más curioso es que estoy aprendiendo otras jotas riojanas que no conocía de los chilenos», bromea.
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