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En el Parque de Conservación de Carreteras de Calahorra, levantado en la década de los 60 junto a la conocida como Carretera de Logroño, se aprecia estos días movimiento de obras. El Gobierno de La Rioja ha comenzado con la reforma de 18 de las ... viviendas que años atrás ocupaban las familias de los peones camineros. En muchas de ellas ya se ven ventanas nuevas junto a distinto material de obra.
En estas casas de dos plantas, edificadas en 1968, vivieron los peones camineros encargados del mantenimiento de cada kilómetro de carretera de La Rioja Baja, que no son pocos. Para ser exactos son 500 kilómetros entre las comarcas de Calahorra, Alfaro, Cervera y Arnedo. Deshabitadas desde hace años, el Gobierno riojano quiere ahora darles un nuevo uso y ponerlas a disposición de los más jóvenes con alquileres baratos. En su acondicionamiento invierte unos 700.000 euros.
En el solar que ocupan las viviendas, aledaño al parque donde entra y sale la maquinaria que mantiene a punto los viales riojabajeños, impera el silencio. Nada que ver con aquella época en la que Santiago Pérez, exjefe del parque de Calahorra, ocupó una de estas casas con su mujer y sus dos hijos.
Santiago Pérez
Exjefe del Parque de Carreteras de Calahorra
Santiago Pérez
Exjefe del Parque de Carreteras de Calahorra
Nacido en Orense llegaba en 1978 a la ciudad riojabajeña desde Madrid, donde había conseguido aprobar la oposición para un puesto como personal de Carreteras. A él y a su familia les asignaron la casa con el número 24, que todavía se puede leer en la puerta.
«En principio se construyeron 24 viviendas que pertenecían al Estado, hasta que entre 1984 y 1985 se hicieron las trasferencias a las comunidades autónomas y quedaron 18 viviendas para la Comunidad y las seis primeras se las quedó el Estado», explica Santiago Pérez, que ocupó el inmueble que le cedieron durante nueve años, de 1978 a 1987. «En ese tiempo todas las viviendas estaban ocupadas y la verdad es que vivíamos muy bien», dice con cierta nostalgia.
Santiago Pérez
Exjefe del Parque de Carreteras de Calahorra
La vida allí era casi como un «pequeño un barrio». Sus recuerdos de la época dan fe de ello: «Había un ambiente muy ameno. De noche sacábamos las sillas a la puerta y los vecinos nos contábamos nuestros chistes». Pero entre chiste y chiste, como en cualquier barrio, también se practicaba aquello de 'mirar la paja en el ojo ajeno'. «Los de atrás criticábamos a los de delante y a la inversa», comenta entre risas, aunque precisa que «no había ni un mal fin ni un mal rollo».
De hecho, «era un cumpleaños y sacabas una botella de coñac y unos cafés y lo celebrábamos todos sentados en las sillas», relata con cariño. Otra celebración que nunca faltaba era la de Santo Domingo de la Calzada, patrón de los camineros: «Ese día era una fiesta, que celebrábamos todas las familias».
Aunque hace ya 36 años que cambió aquella casa por un piso más céntrico en Calahorra, aún la recuerda palmo a palmo. «En la planta baja hay un salón de unos 20 metros cuadrados, que tiene una chimenea y una escalera que da acceso arriba. Hay también una habitación de 14 metros cuadrados, una cocina de 10 metros cuadrados y a su vez un lavadero independiente, de unos 4 o 5 metros, y un patio de 36 metros cuadrados», describe junto a la puerta del inmueble. La parte de arriba cuenta con «tres habitaciones, un cuarto de baño y una galería o balcón», completa.
Vivir en las viviendas del parque de carreteras tenía sus ventajas. «El agua era gratuita, pero la luz, no», dice el exjefe del servicio. Sin embargo, tampoco la cesión de las casas «era gratis, gratis», quiere aclarar Santiago Pérez. «Mientras fueron del Estado el alquiler fue gratuito, pero cuando pasamos al Gobierno de La Rioja, cuando hacíamos la declaración de la renta nos quitaban un dinero en especie, que se consideraba que habíamos percibido de ello», aclara.
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Se daba en el 'barrio de los camineros' una situación especial con la que había lidiar para mantener una buena convivencia. Y es que, «estabas las 24 horas pegado al vecino, porque era a la vez compañero de trabajo». «Y si yo, además, tenía que mandar a mi vecino, cuando llegaba a casa teníamos que saber diferenciar cada uno lo que era el trabajo y lo que era la relación como vecinos», afirma quien fuese encargado del parque de carreteras hasta que se jubiló en 2017.
Al margen de ello «nos ayudábamos mucho», subraya. El fin de semana se realizaban además algunos trabajos comunitarios, como el reparto de leña. «En las carreteras comarcales hacíamos cortes de leña, que traíamos en camiones al parque y la apilábamos, en la parte de atrás, en una explanada». Después, «todos los vecinos la partíamos y la repartíamos con los carros por los patios».
El clima vecinal era «muy bueno», insiste, aunque hubo una época en la que se quebró la calma por la cesión de algunas viviendas al centro de Los Manitos, para alojar algunos residentes con enfermedades mentales. «Ahí se rompió un poco la armonía, porque te podías encontrar que una persona salía a la calle con un cuchillo», relata Santiago. Los camineros y sus familias protestaron y «entonces Felipe Ruiz, quien era consejero de Salud, optó ante nuestras quejas por trasladarlos», agradece.
Antes de que Santiago se trasladase a un nuevo piso en el casco urbano de Calahorra tuvo en mente, junto a otros compañeros, adquirir en propiedad la vivienda del parque. «Promoví iniciar unos escritos a la Dirección General de Carreteras del Estado para que nos vendieron las casas, pero nos dijeron que la propiedad en sí no era de Obras Públicas sino de un banco y que nunca se había llegado a registrar», lamenta.
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