Cincuenta años de vida en común en Calahorra

El Centro de Participación Activa (CPA) de Personas Mayores de Calahorra recupera un evento que no se realizaba desde antes de la pandemia, el homenaje a las parejas que cumplen sus bodas de oro. También incluyeron a las que celebraron sus cinco décadas de casados en 2023. A partir de ahora se llevará a cabo cada año.

En total participaron diez matrimonios: María Pilar y Antonio, Esther y Serafín, Esther y Cipri, María Carmen y Jesús, Sara y José, Juliana y Víctor, María Ángeles y José Antonio, María Luisa y Herminio, Josefa y Santiago y Gladys y Juan Manuel. Hay más, pero no pudieron acudir a los actos.

En primer lugar asistieron a las 12.00 horas a una misa en los Santos Mártires. Luego hubo una comida en el salón del CPA y allí actuó la rondalla y el director del centro, Jesús Ángel Carazo, presentó el reconocimiento de las parejas con entrega de ramos de flores a cargo de Marisa Lorente y Ana María Moreno (de la junta del CPA), la concejala de personas mayores, Isabel Sáenz y Graciela Bayo (trabajadora social) quien también tuvo su ramo y aplausos porque pronto dejará su puesto en este servicio.

La jornada finalizó con una sesión de baile, la habitual de los domingos, pero esta vez amenizada por el cantante Alberto.

Esther, casada con el cornagués Serafín en la catedral, destaca que «ha sido una convivencia buena y por eso hemos llegado hasta aquí». Suele acudir cada día a jugar al parchís y su marido al taller de sevillanas y es el dj oficial del hogar del baile de los domingos. «Comencé de forma provisional y llevo once años poniendo la música», comenta el pinchadiscos. Esther ha sido ama de casa y cosía para sastrerías y tiendas de ropa. Serafín trabajó 45 años en el concesionario de Renault.

«Nos casamos con 21 y 23 años y por eso llegamos a las bodas de oro. Ahora que no se casan tan pronto sino a los cuarenta y es más difícil que lleguen. También porque no se aguantan tanto», dicen entre risas.

Gladys y Juan Manuel han sido carniceros. «Nos ha pasado de todo. La vida nos ha golpeado mucho, pero estamos aquí», afirman al unísono. Juan Manuel recuerda el incendio ocurrido en la sala Lope de Vega en 1978. Hubo seis muertos y de los supervivientes, el más afectado fue él. Le dejó graves secuelas aunque pudo seguir ayudando en la carnicería llamada Gladys. Ella va al hogar a clases de sevillanas, bailes de salón, gimnasia y memoria. Se casaron en San Andrés. «Ahora eliges la iglesia y antes te correspondía la del barrio donde vivías», señalan.

Esther y Cipri contrajeron matrimonio en la parroquia de Santiago. Se dedicaron a la hostelería (bar Las Vegas). «Aparte de los 50 años, llevamos coletilla porque estuvimos 11 de novios. Una vida juntos y destaco todo lo positivo. En su día lo celebramos en familia y hoy con los amigos. Una maravilla. Siempre tienes tus más y tus menos, pero me volvería a casar con el mismo. Y con salud, lo que te rondaré», asegura Esther.

Víctor se casó con Juliana en la ermita de la Virgen de Nieva de Autol hace 51 años porque ella es catona. Siempre han vivido en Calahorra. «Llevamos 61 años juntos y la valoración es preciosa», indica Víctor que durante 54 años trabajó como farmacéutico «doce horas de batalla, empecé a trabajar con 13 y desde hace 34 años soy agricultor y músico». Colabora en el CPA en el mantenimiento del jardín y actúa en la rondalla. Juliana fue ama de casa y también sirvió en alguna vivienda.

Jesús, casado con Mari Carmen en la catedral, fue presidente del hogar siete años. «Celebrar las bodas de oro aquí es algo extraordinario, aunque tú lo hagas en familia particularmente. Ese reconocimiento es una bonita ceremonia», explica Jesús y añade que «en el matrimonio se producen baches para arriba y abajo y se van superando. Sale adelante con el esfuerzo de cada día. Los hijos suponen una felicidad enorme y luego los nietos». Él trabajó 44 años en Envases Metálicos Moreno y ella como ama de casa y cosía.