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Momia del chantre de Calahorra, que se conserva en Miranda de Ebro. BURGOS CONECTA
El chantre de Calahorra, entre la historia y leyenda

El chantre de Calahorra, entre la historia y leyenda

El libro 'El bienhechor dormido' trae a La Rioja la leyenda, conservada en Miranda de Ebro, sobre del maestro cantor de la catedral Pascual Martínez

Isabel Álvarez

Calahorra

Jueves, 6 de octubre 2022, 02:00

Antiguamente, al frente de los coros de las catedrales se encontraba una dignidad eclesiástica que se conocía como chantre. Estos cargos debían vestir con una capa e indumentaria especial, así como portar la batuta cantoral de maestro durante el cumplimiento de sus funciones. Y este es el cargo que ocupó en la catedral de Calahorra, en el siglo XIV, el clérigo calagurritano Pedro Pascual Martínez, quien desde su muerte (año 1390) es uno de los personajes más famosos de la cultura popular de Miranda de Ebro, a donde lo trasladó la Diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño.

Allí de hecho, en concreto en la iglesia de Santa María, se expone su momia, incomprensiblemente incorrupta a lo largo de los siglos. Su historia, archiconocida en la provincia de Burgos, pero menos extendida en la ciudad bimilenaria, mezcla –como muchas otras– realidad y leyenda.

Empecemos por la parte de leyenda. Cuentan en Miranda de Ebro que Pedro Pascual Martínez era un hombre bonachón y bondadoso, siempre dispuesto a prestar dinero a quienes lo necesitaban. Llegó incluso a ser benefactor de un hospital para pobres en el mismo lugar donde se encuentra el templo donde los enterraron. Pero como en la historia de 'Caín y Abel', el chantre de Calahorra, como se le conoce en Miranda, tenía un hermano que era la otra de cara moneda. Dicen que era malvado, que no tenía ni oficio ni beneficio y que le perdían los vicios.

El 1 de octubre de 1390 Pascual se dirigía a la iglesia para celebrar una misa, cuando su hermano le pidió dinero para sus juergas, a lo que el chantre se negó al preferir destinar su dinero a los más necesitados. Eso es lo que hizo precisamente cuando al acabar la eucaristía y regresar a su casa unos mendigos le pidieron limosna. Su hermano, que vio la escena desde una azotea, se enfureció tanto que le tiró un saco de arena y Pascual murió en el acto.

Silvia Eguíluz, en la presentación del libro 'El bienhechor dormido', el pasado martes, en Santos Ochoa. S. O.

Cuenta la leyenda que, tras ser enterrado en la desaparecida iglesia de San Juan, su cuerpo incorrupto fue sacado tres veces por las aguas del río Ebro en sus habituales crecidas y depositado frente a la iglesia de Santa María. Así que los mirandeses, después tantas 'idas y venidas' decidieron dejarle allí, en el templo que, a su entender, parece que prefería.

La leyenda cuenta también que, después de muerto, a la momia le crecían las uñas y el pelo, y que una falange que le falta se la llevó una princesa como amuleto. Creencias todas ellas que se han demostrado falsas.

¿Pero qué es lo ocurrió realmente?

La historia real recoge que el chantre de Calahorra fue enterrado en la iglesia de San Juan en un sepulcro de madera. Sin embargo este templo quedó destrozado, por lo que su cuerpo se trasladó a la iglesia de Santa María en 1812. De ese momento se conserva el acta del traslado, que está firmada por el párroco Pablo de Marrón.

Todo este relato ha llegado estos días a las librerías riojanas de mano de la autora Silvia Eguíluz, natural de Miranda de Ebro y afincada hace años en Logroño, a través de la novela de ficción histórica 'El bienhechor dormido' (editado por La Cabaña del Loco).

La publicación «realmente nace con una historia que se ha descubierto hace poco (en Miranda) sobre los planes napoleónicos de construir una fortificación inexpugnable para poder defender el Ebro por parte de las tropas francesas», explica la autora. «Todo esto se entremezcla con la historia de la momia del chantre de Calahorra, que vivió en Miranda porque durante años –esta localidad– compartió la Diócesis entre Calahorra y Burgos», aclara.

Los restos del clérigo calagurritano permanecen incorruptos desde hace siglos en una iglesia mirandesa

«Al maestro cantor lo enviaron de Calahorra y fue un hombre muy bueno, muy querido en la ciudad y que hizo muchas cosas», subraya de su figura. Sus restos incorruptos –prosigue Silvia Eguíluz– «descansaron durante mucho tiempo en la iglesia de San Juan, que fue un acuartelamiento de las tropas francesas». No obstante, «en plena Guerra de la Independencia se efectuó el traslado de la momia a su ubicación actual, en la iglesia de Santa María», comenta.

A raíz de esas dos historias Silvia Eguíluz ha dado forma a 'El bienhechor dormido', en el que cuenta «esta historia de Calahorra para quien no la conozca y la del castillo de Miranda y de los planes napoleónicos que llegó a haber». «Y muchas más cosas, porque hay acción, guerrilleros, amor..», apostilla de esta tercera novela que publica ('La Maldita de Aquende a Allende' en 2019 y 'Entre garnacha y tempranillo' en 2021), cuyos protagonistas, Marco y Candela, se conocen en una boda en la iglesia de Santa María de Miranda, a la que acuden en solitario.

Un caso de 'Cuarto Milenio'

Pero lo que no falta tampoco en su relato es la fantasía. Casi una seña de identidad en sus escritos. «Empecé con una novela de seres sobrenaturales y vampiros, y aunque he tocado otros palos, el toque de la fantasía siempre está ahí. Incluso en esta con el chantre de Calahorra, que ocupó hasta un programa especial de 'Cuarto Milenio', porque nadie sabe cómo su cuerpo puede permanecer incorrupto después de tantos siglos», dice sobre esta incógnita.

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