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Cuando en el 2014 –cumplidos ya el plazo de diez años de las primeras concesiones de nichos en el cementerio San Lazaro– se procedió a las exhumaciones de restos óseos, la fosa común del segundo camposanto de Calahorra acabó sacando a la luz problemas de filtraciones con los que nadie había contado.
El osario del nuevo cementerio calagurritano quedaba entonces clausurado, sin ni siquiera haberse podido utilizar. El problema tenía su origen en una acequia de riego cercana a la fosa, que había provocado, con el paso del tiempo, inundaciones y humedades. Seis años después de que se detectase el fallo, el Ayuntamiento ha puesto solución a esta situación, que ya en el año 2018 fue objeto de crítica por parte del PSOE a la gestión del Partido Popular, entonces en el Gobierno municipal.
La construcción del osario del cementerio, en el año 2003, junto a la acequia riego acabó provocando «una deficiente impermeabilización», se explica desde el actual Gobierno municipal. «Una cuestión que no fue tenida en cuenta durante la redacción del proyecto ni durante el desarrollo de la obra», añade el equipo de Gobierno.
Para revertir esta situación, la Concejalía de Urbanismo y Cementerio estudió «las diversas opciones disponibles» que diesen con una solución definitiva a las filtraciones. En consecuencia, el Ayuntamiento calagurritano contrató una obra de control de la humedad de la fosa común, con un coste de 9.712 euros.
Los trabajos han consistido en la realización de un forjado sanitario en su interior para elevar la cota y permitir que el agua se acumule bajo el forjado, en vez de en la superficie como estaba ocurriendo hasta ahora. Además, la actuación ha incluido la impermeabilización de la parte superior.
Las obras, que finalizaron a principios del pasado mes de octubre, suponen la reparación «de un elemento del cementerio que ha permanecido inservible durante diecisiete años, desde el momento de su construcción», se subraya desde el Gobierno local.
¿Qué solución se ha estado dando a las exhumaciones? Según se explicó en su momento, los restos óseos exhumados se almacenaban en bolsas individuales, identificadas y apilados en las mismas dependencias del camposanto.
A partir de ahora ya podrán descansar en el lugar donde siempre tuvieron que estar.
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