Cinco bares de pueblo a precio de saldo

Muchas veces no es fácil encontrar a alguien interesado en regentar un bar en un pueblo porque la despoblación reduce la clientela, por eso los cánones son a veces simbólicos. Pero el bar a menudo es el único punto de encuentro y donde la población envejecida puede socializar. En Sojuela, aunque ya cuentan con abastecedor, han estado meses sin encontrar uno pero no por eso han cerrado el bar.

«Cuando no había licitador lo llevábamos entre los del pueblo, a turnos, por no cerrar», recuerda el alcalde de Sojuela, Diego Fernández. Así, no era raro verle a él, entonces concejal, o al anterior regidor, Tomás Corral, convertidos en 'camareros municipales'. «Lo llevábamos entre uno y otro. Tal y como funciona, no podíamos pedir más, aunque ya contamos con un abastecedor», explica Diego Fernández.

En Clavijo han estado varias semanas con el bar cerrado, todo un problema en una localidad sin comercios en el que el único punto de reunión es el denominado «centro social», felizmente reabierto el pasado viernes con la gestión de Ana Monforte. Durante el cierre el Ayuntamiento aprovechó para realizar obras de rehabilitación, instalar nuevas lámparas, cuadros, vajilla y un televisor, material para cuya adquisición se ha solicitado una subvención a la Consejería de Salud y Servicios Sociales, a través de las líneas de mantenimiento y adquisición de mobiliario de centros sociales.

«El centro social es el eje de la vida del pueblo y el primer escaparate para quienes nos visitan, por lo que debe mantenerse con la mejor imagen», consideró el alcalde de Clavijo en la reapertura. La nueva gerente del bar anunció que desea aumentar los servicios poco a poco, en función de la demanda, para en un futuro poder ofrecer comidas o cenas.

El restaurante Las Cuevas de Ortigosa llevaba una década cerrado hasta que se volvió a licitar y adjudicar en 2002, habiéndose otorgado recientemente la nueva gestión por 108,9 euros mensuales, primando a una familia que aporta dos hijos al pueblo, con el fin de que puedan matricularse en el colegio. En San Román cuentan con la singularidad de que los dos bares que existen son de concesión municipal y uno de ellos, La Vida es Sueño, tiene adheridas las instalaciones de una granja escuela, si bien solo se exige explotar el bar.

Pero no solo los pequeños municipios cuentan con establecimientos hosteleros de concesión municipal. Recientemente, el Ayuntamiento de Villamediana de Iregua ha licitado la reforma y actividad de la cafetería situada en la planta baja del propio Consistorio de la localidad que supera ya los 9.000 habitantes. La base de licitación es de 99.985,76 euros y el plazo de ejecución son cinco meses.

«Hasta hace un año se venía desarrollando actividad en el local, no obstante, actualmente, para poder dedicarlo a bar de pinchos es necesario adaptarlo a las necesidades que normativamente se precisan», informa la memoria justificativa de la licitación. Sin ir más lejos, lo que se pretende es «acometer las obras necesarias para legalizar el establecimiento»: ventilación correcta, seguridad contra incendios, etc., «para poder obtener la licencia de actividad».