Urdiales y Roca Rey cortan cinco orejas en una plaza abarrotada

Diego Urdiales firmó una tarde de toreo excelso al natural. Recibió al primero por verónicas suaves con los vuelos por abajo. Con la muleta, tras dar al de Algarra todas las ventajas en el trasteo inicial, armó una faena basada sobre la mano izquierda. Toreó templado, dando su tiempo a un astado que no acabó de entregarse. Urdiales, por momentos, se gustó con muletazos largos, perdió pasos y buscó la colocación. Llegó el final de faena y el arnedano firmó naturales sentidos y acompasados. Pasaportó al abreplaza con una estocada entera. Los tendidos se tiñeron de pañuelos blancos que no dejaban de ondear y el palco concedió una oreja.

En el tercero de la tarde cortó otro apéndice. Recibió de capote con un ramillete de verónicas ajustadísimas. El toro no era un súper clase, ni mucho menos, pero Urdiales supo administrar los tiempos para cambiarle la voluntad. El toque sutil fue la clave para firmar naturales de una belleza extraordinaria. Por el otro pitón el astado se quedaba corto. El diestro, con poso y sin prisa alguna, consiguió robarle muletazos con firmeza. El final por naturales rematado con un kikirikí fue de libro. Diego se cuadró, hizo la cruz y dejó la espada arriba. Ondearon los pañuelos blancos y llegó el trofeo. Urdiales se dirigió al público para brindar la muerte del quinto de la tarde, un toro que tenía muchos matices y al que el arnedano supo medir los tiempos, la altura y la distancia. Se fajó con el de Algarra por derechazos muy firmes. A continuación intentó el toreo fundamental con la mano izquierda y, a base de tragarle, logró robarle muletazos de bello trazo. Volvió al toreo con la diestra, se cuadró, dejó la espada arriba y saludó desde el tercio.

Andrés Roca Rey llegó a Arnedo después de descerrojar la puerta grande de Castellón un día antes. Bien es cierto que el encierro en su conjunto no acabó de romper y Roca lo intentó con su lote, pero ninguna de sus faenas logró tomar vuelo hasta que no llegó el toreo de cercanías en las que tan cómodo se encuentra. Recibió a pies juntos a su primero y toreó con la pañosa con el compás muy abierto. Las ovaciones llegaron cuando acortó distancias. Cortó una oreja tras dejar una estocada arriba algo caída.

En el que hizo cuarto lanceó variado con el capote. Lo intentó al natural y, de nuevo, el público enloqueció cuando se echó sobre los pitones. Ejecutó la suerte suprema marcando los tiempos, escuchó un aviso y sumó otra oreja. En el 'cierraplaza' comenzó la faena con pases cambiados por la espalda. Se fue casi a los medios y dio sitio pero el animal, que blandeó de manos, no tenía mucho más que ofrecer. Volvió a los pitones y tras el arrimón le recetó una estocada en lo alto. El respetable pidió las dos orejas. La presidencia, con buen criterio, concedió una. Los dos toreros de distinto concepto, clasicismo de Urdiales y estoicismo de Roca Rey, salieron a hombros.