Las recetas de siempre unen a los vecinos en los fogones

Una de las mejores vías para conocer otros lugares, otras culturas, otras formas de ser es a través del paladar. La gastronomía ajena es uno de los grandes atractivos del turismo. Pero también es una forma perfecta para conocer las distintas culturas que comparten nuestros municipios. Así lo pensó Cáritas para Arnedo, ciudad que conviven 44 nacionalidades, para organizar un enriquecedor curso de cocina intercultural, rico tanto en los paladares como en la experiencia del conocimiento mutuo y por la convivencia.

Durante la pasada semana, doce monitoras voluntarias de Cáritas se turnaron para enseñar en la cocina del centro joven el recetario básico y tradicional español a quince alumnos. Entre ellos, colombianos, una peruana, marroquíes, georgianos, armenios y arnedanos. «Ha sido un grupo magnífico, bastante diverso, mostrando mucho interés y con una gran corriente de cariño y una participación genial –aplaude Julita Pérez-Sevillas–. El objetivo era sencillo: cómo elaborar platos sencillos pero avalados por una nutricionista con una cocina que hemos aprendido de nuestras madres y de nuestras abuelas».

Una antigua alumna de los cursos de cocina sencilla con base nutricional que desarrolla desde 2017 trasladó a responsables de Cáritas la inquietud de la comunidad marroquí por recibir cursos de cocina española. A ellos se han unido otros vecinos interesados y los alumnos del taller de castellano, para que también aprendan la lengua a través de la terminología de los fogones.

De lunes a jueves, las monitoras mostraron la elaboración de platos básicos españoles. Cómo tratar unas legumbres, las verduras, cómo hacer una tortilla de patata, unas sopas de ajo... Para el viernes, el último día, propusieron invertir los papeles: que cada uno aportase una receta característica de su lugar de origen. «Me dejaron loca... aprendí mucho», sonríe Julita.

«Aunque cocino desde pequeña, he aprendido cocinas que desconocía de otros países, como la árabe, he hecho amistades, he aprendido a poner más sabor», relata la arnedana Yenifer Ovejas. «Y a ponerle mucho amor», sonríe Julita. «Ha sido una experiencia muy agradable: la mezcla de culturas y aprender unos de otros detalles ha sido muy enriquecedor», aplaude el colombiano Jean Pierre, que ha tomado buena nota de elaborar sopas de ajo y postres. Julita subraya un valor del curso, además de ser una posible salida laboral: se han conocido y se llaman para darse consejos. «Se ha creado una red maravillosa», aplaude.

• Temas
• Cáritas
• Arnedo
• Gastronomía