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Carlos Ochoa, al natural con 'Peletero', el segundo novillo de Baltasar Ibán. ::

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Carlos Ochoa, al natural con 'Peletero', el segundo novillo de Baltasar Ibán. :: Antonio Díaz Uriel

Ochoa, naturales de lujo

El Adoureño gana el Zapato de Oro de Arnedo

Martes, 3 de octubre 2017, 09:57

Carlos Ochoa cortó la oreja al quinto de la tarde pero realizó la mejor faena de la última novillada de la Feria del Zapato de Oro al segundo Ibán de la tarde, 'Peletero', un utrero zancudo y despegado del suelo que sin embargo, comenzó a perseguir la muleta por el pitón izquierdo con una asombrosa profundidad, pero exigiendo mucha precisión con los vuelos al torero. El astado metía la cara muy por abajo, sincopando su embestida con un ritmo incómodo, e incluso, haciéndolo con el pitón contrario. Pues bien, con todas sus dificultades a flor de piel, Carlos Ochoa le endilgó una serie de naturales sencillamente extraordinaria, llena de ritmo, compás y profundidad. La mejor tanda de la feria. Arnedo, que es una plaza con una afición muy exigente, la sintió y la coreó con esos olés profundos y roncos que brotan cuando acontece el toreo.

Lo intentó de nuevo Carlos Ochoa. Era muy difícil lograrlo y a pesar de todo, un natural le salió monumental. Falló con el descabello y el premio se quedó en silencio, pero había dibujado los mejores lances de la tarde y de la feria.

La oreja llegó en la faena a 'Camarito' (otra reata memorable de Ibán). Carlos Ochoa le plantó batalla de nuevo con todo su corazón. El astado era pegajoso, reponía por dentro pero intentó de nuevo hacerle el toreo. Tanta ansía desplegó que incluso se pasó de faena. Quería repetir la hazaña de los naturales precitados en el segundo y lo intentó sin demasiada suerte. En este caso, la faena tomó cuerpo en redondo, con series ligadas en línea recta al principio y enroscándose más la fiera en los compases posteriores. Sonaba el pasodoble 'Feria Taurina de Arnedo' y la plaza estaba convencida de que si la espada entraba por arriba iba a caer una oreja. Y cayó, pero la mejor faena del madrileño había sido la primera con ese fajo de naturales inolvidable.

Ángel Sánchez tuvo un lote complicado. El primero de la tarde fue un toro realmente encastado que quería todo por abajo pero que se quedaba demasiado corto en la muleta por ambos pitones. Estuvo valiente y su gran virtud es que se quedó siempre en el sitio para ligar. El cuarto fue un toro de hechuras muy diferentes al resto de la corrida. Más en tipo del Pilar, el astado protestó mucho en la muleta con un calamocheo incorregible.

David Salvador se encontró con el mejor astado de la función, el tercero, un bellísimo ejemplar que humillaba pero que pedía una enorme técnica para soltar el viaje en el remate de cada muletazo. Se metía por dentro y de ahí su dificultad. La faena careció de dominio y todo quedó en nada. El sexto fue el más deslucido de la novillada, y el joven torero no tuvo opciones.

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