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La asociación Toro en la Calle colocó el manto a un astado. :: Ernesto Pascual
Con el objetivo de apurar la fiesta

Con el objetivo de apurar la fiesta

La última suelta de reses bravas y la degustación de migas fueron el eje matutino antes de que las peñas entonaran el 'Pobre de mí' por la noche | Los arnedanos despidieron con gran ambiente sus celebraciones patronales

Miércoles, 4 de octubre 2017, 10:49

Despertar al lunes de una nueva semana, de un nuevo mes, en el que las vacaciones son asunto más del futuro lejano que del recuerdo del pasado más próximo. Y en ese despertar, noticias de preocupación ensombrecen la sociedad del país. Pero había un oasis en La Rioja en el que llegar a este lunes era más amable. Agradable. Y sí, festivo.

Aunque los arnedanos eran conscientes de que vivían su último día de fiestas en honor a San Cosme y San Damián, aunque eran bien sabedores de que su duro lunes llega hoy martes, volvieron a lanzarse a la calle desde primera hora para aprovechar cada instante de la jornada hasta entonar al anochecer el 'Pobre de mí'.

La primera hora a estrujar era la última suelta de reses bravas en la calle. Para los jóvenes era también la última hora de la última noche, apurada hasta más allá del desayuno para llegar al almuerzo. Para la última suelta, más larga de lo habitual, guardó la asociación Toro en la Calle uno de sus actos emblema, la colocación del Manto de Arnedo a un toro de la ganadería Hermanos Coloma, de Novallas (Aragón). Tras sujetarlo, los integrantes de Toro en la Calle lo vistieron con el collar de cascabeles y el manto con el escudo de Arnedo. Uno de ellos, Santiago Solana, fue el encargado de cortar la soga antes de que el toro saliese a la carrera. Los aficionados se lanzaron a recortarlo, al igual que las otras vacas y capones que le siguieron.

Peñistas y vecinos llenaron en el último día las calles y terrazas a la hora del vermú, con gran animación

Más accidentado fue el encierro chiqui, en el que la primera becerra se rompió una pata al chocar a la carrera contra una pirámide de madera que sirve de divertimento en medio del trazado. El encierro de toros hinchables gigantes desde la sede de Toro en la Calle devolvió la sonrisa a las familias, que jugaron a las carreras.

Desde ahí, y con una temperatura agradable pese al nublado, las calles volvieron a llenarse: Gorgorito vivió su última aventura con cientos de aliados; la degustación de migas de pastor de la peña La Quincalla con banda sonora de gaitas generó la habitual fila de vecinos deseosos de saborearlas; las terrazas se llenaron; las peñas Tao y La Chispa salieron de vermú musical con sus charangas para disfrutar hasta el último brindis.

El Club Taurino y la peña La Chispa compartieron sendas comidas con sus socios para llegar a la tarde y, tras el espectáculo de recortadores en el Arnedo Arena, las peñas entonaron en su festivo pasacalles el 'Pobre de mí'. El final. El hasta 'autraño'.

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