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Las fiestas son sinónimo de calle. De música. De disfrutar juntos a cualquier hora. Y para ello son indispensables las charangas, que fueron protagonistas de estas fiestas desde los primeros minutos, tras el lanzamiento de la 'bomba', hasta el último, cuando acompñarán el siempre lacónico ... pero a la vez esperanzador 'Pobre de mí'.
Cada peña de Arnedo ha contado con una charanga estos días: la Tao con la arnedana Wesyké, La Chispa con la aldeana Strapalucio y la Lubumbas con Makoki, el Can y su grupo Vela.
Coodinándose entre las peñas, viéndose chaquetas rojas y verdes independientemente de qué peña organizara el pasacalles, las charangas han llenado de sonidos festivos todas las horas del día. Desde las dianas de la Lubumbas hasta las salidas nocturnas de cada una de ellas.
Después de casi tres años sin tocar en unas fiestas, las charangas han sido una de las partes triunfadoras de estas patronales, siendo favoritas de los jóvenes con pasacalles multitudinarios. Lo han hecho gracias al repertorio tradicional garajero y a las adaptaciones que hacen de temas de actualidad o clásicos del rock.
Después de siete días del inicio de las fiestas, las tres charangas volvieron a coincidir en el mediodía de ayer. Sin gran degustación en la Puerta Munillo, cada peña organizó un aperitivo musical diferente para compartir el último mediodía festivo: la Lubumbas convirtió en protagonistas a sus pequeños, a su cantera; La Chispa animó las distintas zonas de vermú con los sones de la Strapalucio; y la Tao ofreció una degustación de panceta a la que puso ritmo la Wesyké. En todas ellas, numerosas personas disfrutando del soleado mediodía, del último vermú de estas fiestas, de la alegría de la música en las calles.
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