El lugar en el que nació el cristianismo en el Alto Cidacos
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La parroquia, de la mano de Urbano Espinosa, destaca la singularidad de la cueva-iglesia del Patio de los Curas y divulga su historia e importanciaHace unos 1.500 años, las primeras comunidades cristianas de la zona de Arnedo se reunieron alrededor de un templo horadado y marcado en la roca, la hoy conocida como la iglesia rupestre del Patio de los Curas, en la zona de la peña Logroño. «Podría ser el origen poblacional del solar que hoy es Arnedo –apunta Urbano Espinosa Ruiz, profesor honorífico de la Universidad de La Rioja–. Hay una relación entre esa humilde cueva y nosotros, la sociedad arnedana actual».
El profesor presentó esa idea en la conferencia que ofreció este martes titulada 'Los orígenes del cristianismo en Arnedo y la iglesia rupestre del Patio de los Curas', cita organizada por la parroquia arnedana con el objetivo de potenciar el conocimiento sobre este templo, que se remonta al siglo V. Dentro de su programa 'Reiniciando', la parroquia ha fomentado esta semana la vinculación con esta cueva-iglesia a través también de visitas y de otras actividades que vendrán.
Con la Casa de Cultura llena de público, Espinosa describió el contexto de esos orígenes: comienza a haber cristianismo manifestado en comunidades minoritarias de la región del Cidacos a finales del siglo III y principios del IV, pero siempre en ámbito urbano, no en el rural. El edicto de Milán del año 313, por el que Constantino la proclamaba como religión lícita y acababa con su persecución, motivó que la cristianización avanzara en la comarca en el siglo IV. Una vez que Teodosio la promulgó en el 380 como religión única y obligatoria en todo el Imperio, la cristianización se extendió entre el V y el VII a los distritos rurales. Y, como describió Espinosa, también se cristianizó el paisaje, con iglesias y pequeños templos en ámbitos rurales, como constata la arqueología.
Entre ellas, iglesias excavadas en cuevas como la del Patio de los Curas, que encuentra en sus inscripciones en la pared un elemento diferenciador y destacado. «Cuevas-iglesia puede haber inventariadas medio centenar en toda España, pero son bastantes menos las que hay con inscripciones, como alguna en el País Vasco o norte de Palencia. Pero ninguna con el valor simbólico y espiritual de la de Arnedo –ponderó Espinosa desde sus estudios–. Es absolutamente singular el mensaje simbólico, sobre la concepción del mundo y la divinidad que ofrece. A pesar de la sencillez, es enormemente complejo».
En los últimos días, el Ayuntamiento de Arnedo ha acondicionado el camino para acceder a la cueva-iglesia. Al llegar al pórtico de la peña de arenisca se encuentra cómo la parte superior se desprendió, creando un ángulo característico en su fachada. Sin mucho fondo, semicircular, era un espacio suficiente para la consagración, recibiendo a los fieles en su nave. Alguno de ellos dejó plasmado en sus paredes lo que hoy les da singularidad.
En la pared occidental, la arenisca dibuja la palabra 'Roma' con un doble arco en su parte superior. Espinosa situó la inscripción a finales del V y primeros del VI, apuntando que ha de ser anterior al 583, año de celebración del III Concilio de Toledo que abordó la unificación religiosa en los terrenos visigodos. «Con la palabra Roma se refiere a la Historia, a lo que somos por lo que nos dio: la civilización», expuso.
La pared oriental presenta las letras 'X' y 'P', las dos iniciales de Cristo en griego, 'Xpiotóç', junto a dos cruces con pedestal típicas de ese período. «El que lo escribió sabía griego. Es algo muy singular», subrayó Espinosa, apuntando la situación de que la pared occidental está inscrita en latín y la oriental en griego.
«La comunidad cristiana de Arnedo ha dejado huellas como esta cueva, la de los Cien Pilares, el monasterio de San Miguel y los cultos a Santa Eulalia y a San Cosme y San Damián», concluyó llamando a investigar la época.
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