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Ganas, muchas ganas de festejar, de compartir alegría, de encontrarse con calma y brindar. Es lo que están demostrando los arnedanos desde que comenzaron en la tarde noche de este jueves las fiestas de San José. Ganas acumuladas durante treinta meses para volver a vivir la sensación de iniciar el día sin las obligaciones del despertador, sin las prisas del horario laboral o escolar y con la perspectiva de los colores de las peñas como uniforme.
Habitualmente, por su corta longitud de 72 horas, las fiestas de marzo son más concurridas que las de septiembre, en las que su semana de extensión unida a los buenos precios y buenas temperaturas en la playa invitan a muchos a la diáspora vacacional. Pero en estas fiestas de San José la sensación de todos es que hay más gente que la habitual disfrutando de sus actos y ambiente.
9.30 Suelta de reses bravas, seguida de otra en el pabellón.
12.30 Degustación de migas con la Lubumbas en Puerta Munillo y champiñón en La Chispa.
13 Vermú torero en la Tao con la Orquestina Anarco Yeyé.
20.30-00.30 Verbena en la carpa con Vértigo Rock Band.
21.30 Yllana en el teatro.
Tras la larga, bailada y cantada noche, que para muchos jóvenes se convirtió en día, se notaron esas ganas por reencontrarse con las rutinas festivas en la primera suelta de reses bravas. Dio igual un termómetro al que le daba pereza superar los 10 grados, dio igual que comenzara con unos minutos de retraso, cientos de personas de todas las edades llenaron el recorrido de República Argentina, dentro y fuera del vallado. Era el primer encierro en la ciudad desde el 2 de octubre de 2019, y muchos recortadores locales y visitantes acudieron a la cita con las reses de Teodoro Vergara, la ganadería de Falces (Navarra).
Y volvió el ritual de los encierros en Arnedo, que se convierten en encuentros sin prisa con amigos que hace tiempo no ves, conversaciones y puestas al día, más después del obligado tiempo de la pandemia. Mientras unos citan y se quitan, entran y salen del vallado y un espontáneo trazaba el recorrido en patinete, otros daban buena cuenta de bocatas de tortilla o jamón. También almorzaban un grupo de jóvenes que seguían apurando la noche convertida ya en día en un conocido bar en el que sigue atronando música percusiva. Salvo alguna que otra mascarilla, las fiestas recordaban a las de los viejos tiempos.
Tras hora y media de suelta sin incidentes, los más pequeños disfrutaron de los toros hinchables con la Asociación Toro en la Calle. La calle, también llena. El mismo éxito de convocatoria tuvieron después las degustaciones de la peña Tao de choricillo en la Puerta Munillo al ritmo de la charanga Wesyké y de setas en el cuarto de La Chispa. A unos metros, decenas de Lubumbas se reunieron en su sede para compartir la comida de hermandad y un ambiente pleno de fiestas.
La tarde fue larga con más música y la segunda suelta de reses bravas del día. La noche tuvo cenas de hermandad de La Chispa y de la Asociación Toro en la Calle, antes de dejarse llevar por el ritmo de la verbena y las peñas.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Iñaki García | Logroño
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