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Emoción en cada abrazo, en cada mirada al compañero que camina al lado o al familiar que espera a unos metros. Emoción en cada paso, en cada lágrima por culminar una experiencia de esas que se guardan para siempre. Y más al trazar los últimos trancos en casa.
Si el final de cada Valvanerada Scout al pie del monasterio de la patrona riojana es un aluvión de emociones para cada participante y para quienes les reciben, esas sensaciones se multiplicaron este martes a mediodía en la meta de esta histórica edición: por segunda vez en treinta y ocho marchas, la Valvanerada Scout finalizó en Arnedo después de recorrer sus cuatro etapas a la inversa por la sierra riojana.
La pandemia y sus limitaciones dejaron dos años sin esta iniciativa del grupo scout Vallaroso. Para subrayar su carácter especial, decidieron recorrer sus más de 108 kilómetros al revés. Solo una vez lo habían cambiado, en 2007, por su 25 aniversario. Así, los 150 andantes, que agotaron en horas las plazas, partían en la mañana del sábado del monasterio de Valvanera, para acercar sus saludos a la ciudad de la que es patrona la Virgen de Vico.
Como en la mayoría del recorrido, excepto el chaparrón que les recibió en la llegada a Jalón el domingo, la cuarta jornada despertaba ayer en Munilla con aviso de agradables temperaturas. Comenzaba la etapa más emocionante. Tras el tramo de carretera, la Vía Verde del Cidacos les guiaba a través de Santa Eulalia Bajera y Herce. Y se adentraban al término municipal arnedano con una parada entrañable. En nombre de los 150 andantes y de las decenas de personas integrantes de los equipos de apoyo, cocina y enfermería, el andante más joven, Rubén Miranda, y el más veterano, Julián Eguizábal, depositaban junto a representantes de Vallaroso un ramo de flores en la ermita de la Virgen de Vico. Y los saludos de la de Valvanera.
Un tentempié, los ánimos y bromas de los incombustibles Gary Gary –encarnados por Guillermo Marín y Moisés Calvo– y a encarar el último tramo. Con el estandarte de las dos patronas en cabeza portado por otro incombustible del grupo, Tomás Muro, entraban a la ciudad y encaraban Paseo de Constitución. Cientos de amigos y familiares les esperaban con una ovación emocionante en la Puerta Munillo. También el alcalde, Javier García, en nombre de la ciudad.
La última recta, hasta la iglesia de Santo Tomás. «Esta experiencia os ha unido y os ha enseñado a ser felices haciendo felices a los demás», les recibía el cura y scout Miguel Ángel Miranda. Las sonrisas fueron enormes al entonar abrazados la despedida scout. Hasta la siguiente.
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