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Con ocasión de la huelga general, se produjeron ayer en Arnedo lamentabilísimos sucesos, resultando herido un cabo de la Guardia civil y seis paisanos muertos y unos veinticinco heridos, algunos de ellos de mucha gravedad». A toda plana, a seis columnas, era el titular de Diario LA RIOJA el 6 de enero de 1932 sobre los hechos en los que desencadenó la huelga convocada en la entonces ciudad industrial en ciernes.
Durante días, los hoy conocidos como Sucesos de Arnedo estuvieron en las páginas de todos los periódicos del país, en los debates en el Parlamento, en el análisis de la situación social y política del país tras los hechos de Casas Viejas y de Castilblanco seis días antes y que ponían a prueba la estabilidad de la República. Noventa años después, ocupan espacio en los libros de Historia de España. «Probablemente se trata del acontecimiento de la historia contemporánea riojana que mayor repercusión ha tenido en la vida política nacional», afirmaba el historiador Carlos Gil Andrés en 'La República en la plaza: los Sucesos de Arnedo de 1932', editado hace 20 años por el Instituto de Estudios Riojanos con un profundo compendio de lo ocurrido aquellos trágicos días.
«El entierro de las víctimas de los sucesos de Arnedo constituyó una imponente manifestación de duelo», informaba Diario LA RIOJA el 8 de enero tras el funeral colectivo vivido en una ciudad con 5.000 habitantes que describía de luto. El diario El Liberal relataba el dolor y la indignación popular, encabezada por los sindicatos CNT y UGT. En los días siguientes llorarían cuatro entierros más. Finalmente, serían once los fallecidos y una treintena de heridos, varios de ellos niños, en la plaza de la República (hoy plaza Nuestra Señora de Vico) por los disparos de la Guardia Civil.
La sangre llorada en la tarde del 5 de enero de 1932 tenía antecedentes que Gil Andrés busca explicar y entender en su libro. Faustino Muro –el empresario contra el que protestaban– ya había sufrido otras movilizaciones años atrás. Acusado de caciquismo y coacción a sus 170 trabajadores en las elecciones de abril de 1931, el despido de varios elevó la protesta. Meses de negociaciones llevaron a la convocatoria de la huelga general en la ciudad. Cuando la negociación marchaba bien en el Ayuntamiento y el acuerdo parecía próximo, los 25 guardias dispararon contra la multitud congregada en la plaza. Al dispersarla, la caída de un agente les hizo temer el linchamiento que sufrieron cuatro en Castilblanco. Sin ninguna orden, dispararon. Y Arnedo pasó a la historia.
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