Corazón ante unos Cebada Gago sin juego
Zapato de Oro ·
El hierro gaditano no reedita el triunfo que cosechó en 2019 con un deslucido encierro que abrió el Zapato de Oro de Arnedo y en el que solo Parejo logró un trofeoSecciones
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Zapato de Oro ·
El hierro gaditano no reedita el triunfo que cosechó en 2019 con un deslucido encierro que abrió el Zapato de Oro de Arnedo y en el que solo Parejo logró un trofeoEl Arnedo Arena había recuperado después del chaparrón del virus los festejos taurinos, pero no el Zapato de Oro que en la ciudad del calzado es enseña y lo que le da nombre. Minutos antes de romperse el paseíllo, apenas veinte, el ganadero de Cebada ... Gago descubrió un azulejo con el que el Club Taurino Arnedano le reconoció como la mejor divisa lidiada en 2019. Mal fario debió ser porque los seis que esperaban en chiqueros para saltar al ruedo no rompieron y empañaron tal exaltación de méritos.
Juan José Villita se hizo en 2018 con el Zapato de Plata y esta vez venía a calzarse el de oro con una pandemia de por medio que para los novilleros ha resultado una losa en plena campaña de rodaje. Se las vio primero con un novillo de Cebada noble pero que se desplazaba sin humillar y la mayor de las veces sin ritmo. Tomó siempre feo los vuelos a la altura del estaquillador y, pese a la voluntariosa puesta en escena, Villita no logró conectar con el tendido y fría resultó su labor. Tampoco tuvo opciones con un blando y deslucido cuarto, que al capote comenzó entrando bien pero pronto se descompuso. Unas veces se abría y en otras se desplazaba sin ritmo. Perdió las manos una barbaridad en los primeros tercios y pronto se aquerenció en tablas lo que hizo que le fuese muy complicado al novillero meterlo en los engaños.
Arnedo Arena. 1ª del Zapato de Oro. Se lidiaron novillos de Cebada Gago, bien presentados en su conjunto. El 1º, noble, va y viene sin humillar; el 2º, orientado; el 3º, a medio gas por el derecho e imposible por el izquierdo; el 4º, blando y deslucido; el 5º, pegajoso; y el 6º, humillador pero soso. Un tercio de entrada en los tendidos.
Villita. De azul celeste y oro. Tres pinchazos, estocada (silencio); estocada muy baja, dos descabellos (silencio).
Álvaro Burdiel. De grana y oro. Media estocada, estocada caída, aviso (saludos); Media estocada, estocada caída, aviso (saludos). Vuelta al ruedo.
Christian Parejo. De malva y oro. Estocada caída (vuelta al ruedo); estocada, aviso, tres descabellos (oreja).
A Burdiel la pandemia le truncó jugarse el Zapato de Plata en la final hace dos años, y esta vez se citó con Arnedo ya con picadores y se entregó, pero el escaso juego de los de Cebada Gago afeó su esfuerzo. A su primero lo recibió con una larga cambiada en una primera declaración de intenciones, pero se colaba por el derecho y eso revolvió un saludo capotero en el que anduvo solvente. El novillo siempre tuvo ese punto de querer meterse por ese pitón y, pese a que tomaba los vuelos, tenía una embestida desigual. Los mejores pasajes llegaron por el zurdo, por donde, al natural, sin llegar a redondear una serie, dejó pasajes sueltos de calado. A medida que la faena avanzó en un incesante empeño de ordenarla, el de Cebada acabó orientándose y eso deslució el esfuerzo. Le pidieron la oreja por una meritoria entrega, pero el presidente no la atendió tras un pinchazo. Trató de buscar el triunfo en el quinto, al que no le volvió la cara pese a las serias dificultades que le presentó. Se movió siempre muy pegajoso y revolviéndose cuando sentía la exigencia de Burdiel. Álvaro trató de llevarlo fajado y de rematar al pitón contrario, cruzándose, exponiendo, pero el animal tenía ese medio tranco que pronto volvía la cara para cazar presa. Faena muy meritoria, de poder, de querer y de apostar. Dio una vuelta al ruedo.
La única oreja de la tarde se la llevó Christian Parejo tras una faena al sexto emborronada con el descabello, pero que tuvo momentos que calaron hondo en los tendidos. Fue por el derecho por donde brotaron los mejores pasajes en el inicio. Buena la primera serie, y la segunda, algo menos, pero anduvo resolutivo en un traspiés que solventó con arrogancia. Fue este último novillo el que mejor metió la cara humillando, aunque sin terminar de romper hacia adelante y eso le costó algún que otro susto cuando se quedaba corto. Faena de corazón y exigencia, en la que estuvo firme y comprometido. Su primero fue un animal blandito de manos, pero con el que se jugó el tipo y libró de varias cornadas. Le volteó en varias ocasiones sin aparentes consecuencias. Esto solo es el comienzo. Esta tarde continúa.
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