La rotura de un cable ha dejado este martes sin electricidad durante cuatro horas a Arnedo y a buena parte de las localidades de su comarca, en concreto desde las 7.55 de la mañana a las 12 del mediodía. Como consecuencia, cientos de vecinos resignados en sus hogares sin apenas poder hacer nada y decenas de empresas mandando a casa a sus trabajadores ante la imposibilidad de trabajar sin suministro para la maquinaria, ordenadores, red wifi, etc.
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Ya por la noche, varios microcortes parecían advertir de lo que ocurriría a las 7.55 horas. El suministro por parte de las dos compañías que principalmente nutren se interrumpía, dejando sin servicio a Arnedo, Quel, Bergasa o Arnedillo. Los vecinos de Quel lo recuperarían hora y media después; los de Arnedo han tenido que esperar más.
El corte afectaba a las dos líneas eléctricas de 66.000 voltios que alimentan parte de la comarca de Arnedo desde la subestación de Quel, la principal y la diseñada para suplirla si la primera falla. Al afectar a ambas, no había alternativa. Durante esas horas, un suministro derivado desde el polígono de Larrate ha devuelto el servicio al 23% de la ciudad, dándose la situación de que en la misma calle hubiese edificios con y sin electricidad.
Con los trabajadores del área de Iberdrola recorriendo las dos líneas buscando la solución, el origen de la avería fue una rotura del cableado. «De forma fortuita, un agricultor ha avisado de que ha encontrado un cable roto; desde ahí, Iberdrola ha podido solucionar la situación», describía el alcalde arnedano, Javier García, a este periódico a los minutos de restituirse el servicio. Tras rearmar la línea principal, los trabajos se han centrado después en la supletoria.
En esos momentos, pese a que la electricidad había vuelto a empresas, establecimientos, hogares y al propio Ayuntamiento, sus trabajadores no podían atender al público debido a una caída del servidor. El resto de establecimientos comenzaba a recuperar la normalidad: Correos reiniciaba sistemas y podía entregar cartas y paquetes; algunos bares que habían permanecido cerrados subían la persiana; los cobros volvían a hacerse con la máquina…
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En esa recuperación de la normalidad, el Ayuntamiento mantenía la preocupación en otro suministro, el del agua a los hogares. «Sin electricidad, los pozos no bombean y la estación depuradora no trata, por lo que el depósito general se va vaciando, bajando su altura de 8 a 6 metros… Por ello, nos habíamos planteado alquilar algún generador para evitar que falle el suministro de agua», explicaba el concejal de Hacienda, Raúl Domínguez.
Con el alivio de recuperar la normalidad, las historias del apagón se sucedían entre los vecinos. Al no poder desempeñar su labor, las empresas enviaron a la mayoría de trabajadores a casa. Los polígonos de El Raposal o Planarresano cerraban sus puertas. Diario LA RIOJA ha consultado a la Asociación de Industrias del Calzado y Conexas (AICCOR) sobre el impacto económico de una mañana sin poder trabajar, pero sus responsables han señalado que es demasiado temprano para evaluarlo. Por la tarde, las empresas regresaban al tajo.
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