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Los adolescentes y jóvenes de Arnedo creen que está «bastante peor» su salud mental que la física. Sienten presión y estrés que les provocan ataques de ansiedad; el confinamiento cambió sus parones de sueño y se sienten más cansados en el día a día; ... sienten rabia y resentimiento por un «mundo adulto que les ha robado dos años de su vida» con restricciones ante la pandemia más estrictas que al resto de la población, que les ignora y les lleva a no confiar ni en mayores ni en instituciones; piden más ayuda psicológica para gestionar sus emociones y espacios para compartir con sus iguales; acusan falta de asesoramiento, información y de recursos a su disposición.
Es el diagnóstico que deja el estudio 'Adolescente y COVID: valoración del riesgo e intervención con menores vulnerables', realizado por el Ayuntamiento de Arnedo después de entrevistar durante seis meses a más de mil vecinos entre 12 y 19 años y a setenta adultos referentes que trabajan con ellos y en sus ámbitos en centros educativos, clubes deportivos, catequesis, centro joven, etc.
La preocupación por esas conclusiones ha llevado a que Ayuntamiento, centro de salud y centros educativos, con el apoyo del Gobierno de La Rioja, se unan para poner en marcha 'Faros en la oscuridad', un programa de gestión y resiliencia emocional en el contexto escolar, el lugar donde los adolescentes pasan más horas. «El programa invita a recapacitar, a pensar desde una metodología reflexiva y buscar el modo adecuado de gestionar las emociones para evitar llegar al sufrimiento», explica Ángel Fraile, técnico de prevención de adicciones del Consistorio.
'Faros en la oscuridad' ya ha tenido la primera de las tres sesiones con alumnos de 2º de Secundaria, encuentros que tendrán su refresco y continuidad en los siguientes cursos.
Además, el programa llegará el 10 y 24 de noviembre próximos a las familias para ayudarles a gestionar adecuadamente las emociones. Y también habrá formación para docentes. «En estos días hemos tenido buena recepción. Los chavales se sinceran, participan y cuentan sus experiencias –explica la orientadora escolar Julia Herrero–. A través de puestas en escena y dramatizaciones de situaciones habituales, es fácil conectar con lo que queremos trabajar. Hemos detectado situaciones críticas que no saben cómo resolver. Estas sesiones les van a servir para que sepan que pueden buscar ayuda... y que siempre hay ayuda».
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