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Después de la tormenta con aire apocalíptico de la tarde del lunes, Arnedo sonaba en la mañana de este martes a motosierras troceando madera. Con el agua ya retirada de los lugares que había cubierto con varios dedos de altura, como cruces, rotondas, ... bajos y aparcamientos, los operarios de las brigadas municipales de parques y jardines y de obras se afanaban en acabar con los peligros y limpiar las calles para que la ciudad recuperara la normalidad cuanto antes.
Podar las ramas peligrosas, serrar los árboles caídos y moler los restos eran las labores que, poco a poco, reducían los restos de la tormenta del paisaje arnedano para que los vecinos vivieran un día más. Eso sí, con el sobresalto todavía en el cuerpo, con el cómo vivió cada cual la tormenta en las conversaciones y con la vista puesta en paliar los daños y recuperar el funcionamiento habitual.
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Para todos, un nombre comenzaba a hacerse habitual en las conversaciones: el fenómeno que atravesó parte de la ciudad, cebándose con la zona deportiva de Sendero y el barrio de La Paz. Había sido un 'reventón húmedo'. Aunque alejada de ese punto, la estación climatológica de la Comunidad Autónoma registró vientos de 74,5 kilómetros por hora. Y acumuló 46,6 litros por metro cuadrado entre las tres horas de azote de la tormenta, entre las 17 y las 20 horas del lunes.
A su paso tumbó cerca de treinta árboles, según contó la brigada de parques y jardines. Bajo ellos y bajo alguna tapia del casco antiguo quedaron sepultados y dañados cinco vehículos.
El punto que acaparó todas las miradas fue la cúpula del pabellón multiusos Arnedo Arena. El efecto tornado que se generó y arrasó con el corredor de la zona deportiva levantó y dobló como hojas de papel chapas de 150 kilos de peso y agarradas a la cubierta por tornillos de 8 centímetros. Por la mañana, el aparejador municipal, Javier Larraza, y el constructor visitaban la cubierta para evaluar los daños. A trece días del inicio de las fiestas patronales, visitaron el lugar la presidenta del Gobierno de La Rioja, Concha Andreu, y el alcalde, Javier García, y miembros de la Corporación.
concha Andreu
Sobre su albero, con huellas y restos de la cubierta, encontraron entrenando a Diego Urdiales y Rubén Sanz. «Gracias por venir, presidenta... Esto hay que arreglarlo ya», pidió Urdiales a Andreu. «La Feria del Zapato de Oro no pende de ningún hilo –quiso dejar claro García–. Vamos a trabajar con celeridad para limpiar todo y, como la estructura no está tocada, celebrar los festejos en el Arnedo Arena con toda la normalidad». Lo dijo recordando que por dos ocasiones más el viento levantó parte de la cubierta y se reparó –como la 'ciclogénesis explosiva' que arrancó parte después de su inauguración el 27 de febrero de 2010–.
javier garcía
Ante la mirada de los representantes políticos, aparecían ramas caídas, árboles arrancados en el parque del Cidacos, aceras levantadas a merced del golpe de sus raíces... «Nos vamos a reponer de la situación, valorando que no ha habido ningún daño personal –asintió García–. Se arreglará con tiempo y dinero». A este respecto, y aunque sin concretar la cuantía, Andreu anunció que el Gobierno de La Rioja va a destinar una partida presupuestaria «para ayudar a reparar aquello a lo que los seguros no lleguen ante los daños provocados por un efecto concreto y dañino».
El Ayuntamiento ponía a disposición de los ciudadanos el teléfono de Policía Local para comunicar daños (941 385 070). A partir de aquí, será el momento del trabajo de peritos y seguros para cuantificar daños, coberturas o solicitar ayudas. Al ser un fenómeno climatológico, el alcalde apuntaba que, en muchos casos, habrá que acudir a la entidad pública del Consorcio de Compensación de Seguros.
La tormenta continuó centrando las conversaciones este martes. «Caía tanta agua que, con miedo, estuve veinte minutos sin salir del coche», contaba una joven. «Daba miedo conducir, mirabas a ambos lados en un cruce y los parabrisas no daban abasto para quitar el agua que caía», respondía otra. Una familia de avenida Deportiva veía cómo se tumbaba la tapia metálica que pudieron volver a levantar y sujetar gracias a la ayuda de vecinos. Recuerdos de un lunes 12 de septiembre que perdurarán.
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