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En shock por la explosión, los vecinos salieron a las calles y encontraron un escenario de guerra, con coches ardiendo e innumerables destrozos. E.C./ Vídeo: Sonia Tercero

25 años del horror de ETA en Arnedo

Cinco arnedanos que lo vivieron en primera fila recuerdan el atentado de ETA contra el cuartel de la Guardia Civil de la ciudad el 17 de agosto de 1995

Lunes, 17 de agosto 2020, 07:36

Pasan 20 minutos de las 3 de la mañana del jueves 17 de agosto de 1995. Noche muy calurosa, de las de abrir las ventanas al fresco. El instinto lleva a dos agentes de la Policía Local a sospechar de dos tipos que se mueven entre los vehículos del solar-aparcamiento en la parte trasera del cuartel de la Guardia Civil, donde descansan 22 familias. Sorprendidos, dejan dos mochilas en el suelo y huyen junto a un tercero en un Opel Kadett, el mismo con el que habían visitado la zona una semana antes. Son Valentín Lasarte, Javier García 'Txapote' y Juan Ramón Carasatorre, junto a Ignacia Ceberio el comando Donosti de ETA, y no han podido completar las órdenes de José Javier Arizkuren Ruiz, alias 'Kantauri': dejar las mochilas sobre el depósito de combustible y destruir la casa cuartel de Arnedo con 110 kilos de amonal.

En la huida por la LR-134 hacia Calahorra pierden el control en el cruce de Autol y caen a un barranco. El coche patrulla les persigue. Uno sale ensangrentado a pedir ayuda. Era Lasarte. Encañona a un agente y les roban el coche y las armas. «Era el policía más veterano de todos. Era consciente de que ETA le ponía el arma en la cabeza. El más joven fue capaz de soltarse las esposas y echar a correr hasta el parque de bomberos de Calahorra pidiendo un teléfono para avisar de que algo iba a pasar», recoge la angustia de hace 25 años José Antonio Rioja, jefe de la Policía Local hasta su jubilación, la pasada semana.

El temporizador queda activado en la mochila. Un guardia civil, alertado por la Policía Local de Calahorra a la que los de Arnedo han informado de la persecución a unos supuestos rateros, sale al solar. Sobre las 3.50, explotan 64 kilos de amonal.

«Sentí tal impotencia por los destrozos y el horror que me eché a llorar»

José María León Quiñones Exalcalde de Arnedo

«El policía más veterano sabía que quien le ponía el arma en la cabeza era ETA»

José Antonio Rioja Entonces jefe de Policía Local

«Mi mayor satisfacción son los abrazos de agradecimiento de las familias»

José Luis García Director del hotel Virrey

«La explosión es indescriptible. La ventana acabó en la otra cama. Salí, con todo lleno de cristales, y encontré un estado de guerra, con coches ardiendo», describe el arquitecto Ramón Ruiz, que vivía a 30 metros. En la siguiente casa descansaba José Antonio Rioja. «Me entró la onda expansiva por la ventana... veía las llamaradas». «Hablé con el mando de la Guardia Civil, llamé a los míos a ver dónde estaban y fui a por armamento». Avisó al alcalde. «La explosión fue enorme. Pensé que había sido una bombona de butano. A los 5 minutos me llamó el jefe de la Policía Local», describe José María León Quiñones, primer edil de Arnedo de 1987 al 2003. «Había que priorizar la búsqueda de nuestros agentes. En el camino a Calahorra nos comunican que nuestra patrulla está viva», suspira Rioja.

Simulando ser policías, los etarras roban un R-5 que dejan en un camino de Ullibarri (Álava), perseguidos por la Ertzaintza. Durante cinco días, les buscan a pie. En un camping de Otazu, obligan a un matrimonio a llevarles a Andoain. Lasarte se olvida el DNI y la Policía pudo ficharle.

En Arnedo, León Quiñones llega al lugar. «Gritos, mujeres de los guardias civiles con los niños en brazos, los agentes buscando a sus familias, vecinos en la calle. Ventanas, escaleras, puertas destrozadas... Y no sabíamos si había más bombas. Sentí tal impotencia que comencé a llorar». «A medida que amanecía, veías los daños, veías a tanta gente asustada. No hay nada que te haga sentir más pequeño», suspira Rioja. «Vimos cristales de ventana clavados en el cabecero de una cama, un armario caído sobre una cuna que protegió al bebé...», lamenta León. «Como la gente estaba durmiendo, la metralla entró en las casas sin causar muertos», asiente Rioja. El atentado dejó 40 heridos leves, un guardia civil hospitalizado, 37 vehículos y más de 70 viviendas afectadas, todo por valor de 160 millones de pesetas, 1 millón de euros. «A través del delegado del Gobierno, Miguel Godia, y tras hablar con el ministro Belloch, dio instrucciones a la secretaria de Estado, Margarita Robles, para arreglar los desperfectos de forma directa e inmediata. A los 5 días estaban en camino los fondos», agradece León Quiñones.

Parte trasera del cuartel de la Guardia Civil en la que los etarras pretendían poner las mochilas con el explosivo. Efe

A partir de las 6 de la mañana, todos los informativos abrían con la noticia. «No daba abasto a atender a todos», recuerda León. Quince minutos después le llamó Odón Elorza. «Que no decayera, que fuera positivo, que no habían conseguido lo que pretendían». Al día siguiente, Elorza estuvo en la manifestación en repulsa a ETA junto a más de 10.000 arnedanos.

Al lugar llegó con su cámara Santiago Álvarez, entonces corresponsal de Diario LA RIOJA en su pueblo, en Arnedo. «Era voluntario de Cruz Roja, me dieron la información de primera mano de que había heridos pero leves, que fueron atendidos aquí. Comenzaron a llegar compañeros de Logroño, televisiones y fui embajador de todos para intentar molestar lo menos posible», cuenta. «LA RIOJA dio la información más completa y veraz, con tres compañeros haciendo seguimiento. Fue un trabajo intenso».

La onda expansiva de la explosión lanzó piezas de coche incluso por encima de edificios. Efe

Unión e integración

La respuesta de los arnedanos fue directa y emocionante. «La situación se controló muy bien, se perimetró rápido la zona, los bomberos acabaron con los incendios, Cruz Roja ayudó a toda la gente a salir de las casas», valora Rioja. No faltaba nadie. A las 10 de la mañana, las recién inauguradas dependencias de la Policía Local ya acogían una oficina para atender a los afectados, a Policía Judicial y Servicios Antiterroristas.

En una esquina del Paseo Constitución vecina del cuartel dormía José Luis García. Abrió las puertas de su hotel, el Virrey, para recibir a todos los que lo necesitaran. «La gente estaba sin habitaciones ni casas... ¿Qué iba a hacer? Por la ansiedad que tenía la gente, aquella noche se acabó el agua. Con el teléfono del Ayuntamiento colapsado, llamaban al hotel». «Mi mayor satisfacción no es la medalla del ministro, sino cuando venían los hijos, los padres de los que estaban en el cuartel a abrazarme», sonríe.

«La explosión es indescriptible. Salí a la calle y aquello era una zona de guerra»

Ramón Ruiz Vecino y arquitecto

«Pude informar de primera mano, ofreciendo información completa y veraz»

Santiago Álvarez Excorresponsal de Diario LA RIOJA

«La solidaridad fue impresionante –aplaude León–. Entre familiares y amigos se acogió a todo el mundo». «En ese punto se produjo un cambio en la percepción del ciudadano hacia las Fuerzas de Seguridad. Sentimos el agradecimiento del pueblo y la Policía Local y la Guardia Civil nos integramos todavía más en la ciudad», sonríe Rioja.

Los agentes protagonistas vivieron días siguientes muy duros aportando información sobre lo vivido y en la identificación de los etarras. «Su trabajo fue muy valorado por Guardia Civil, Policía Nacional y Ertzaintza... y por los arnedanos», aplaude Rioja.

En las noches siguientes no pudieron dormir. Años después, llegaron los juicios. «Cuando nos cruzamos con Valentín Lasarte en la Audiencia Nacional nos echó una mirada desafiante, riéndose. Ahí sentimos que íbamos a contar hasta lo último que pasó», aprieta Rioja los labios. Lasarte pidió perdón en el 2013. «No le hice ni caso», reprocha León. Fue condenado a 45 años de cárcel por el atentado de Arnedo. Del total, cumplió 19 y ahora está libre, arrepentido. Carasatorre fue absuelto por no poder probar su participación en el atentado. Tampoco pudo vincularse la presencia de 'Txapote'. «Que no se olvide a las víctimas. Recordémosles, que perdonemos pero no olvidemos».

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