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Pablo García Mancha
Martes, 12 de abril 2016, 21:56
No tuvo demasiada suerte Diego Urdiales en Sevilla con sus dos toros; ni el primero de Vegahermosa (de buena condición y cierta nobleza pero con ninguna fuerza), ni el segundo de su lote, un armario de Jandilla de casi seiscientos kilos que desarrolló ... genio en el último tercio y que fue un dechado de aspereza porque se movió sin humillar y fue muy deslucido en el momento que el torero riojano se quedaba en el sitio para ligar y obligarle a repetir. A los dos les planteó faena, con los dos dejó patente su deseo de hacer el toreo bueno y clásico, cosa que logró en el primero en una faena medida, inventada y muy del gusto de la afición de Sevilla. Urdiales brindó al público el toraco simplón y todo lo que hizo tuvo el sentido del toreo, especialmente en una serie llena de fragancia con la mano derecha y un cambio de mano repleto de compás que remató con un bellísimo y relajado pase del desprecio. No aguantó apenas más el toro y Diego lo intentó al natural con los pies juntos. La faena la remató con una estocada de premio que le sirvió para saludar una sentida ovación del público que llenaba la plaza.
ficha
Dos de abril de 2016
Toros de Jandilla, Vegahermosa (2º) y un sobrero de Albarreal (1º bis). Serios y de muy poco juego en conjunto.
Morante de la Puebla silencio en ambos
Diego Urdiales ovación con saludos y silencio;
López Simón, vuelta al ruedo y silencio.
Entrada Lleno.
Se desmonteraron tras parear al sexto toro Domingo Siro y Jesús Arruga.
El quinto casi pensaba seiscientos kilos y fue otro animal sin clase ni raza que se movió sin entrega y con sentido y rebañando todos los viajes por dentro. Al igual que sucedió con el primero de su lote, Urdiales asistió atónito al quite que hizo López Simón. Uno por enganchadas gaoneras a la velocidad de la luz, y éste por zarrapastrosas chicuelinas que no hicieron otra cosa que perjudicar el comportamiento del toro. López Simón no perdona quites aunque pueda perjudicar el juego del toro de cualquiera de sus compañeros. No es la primera vez que lo ha hecho y no será la última. Al tiempo.
La verdad es que la corrida se Jandilla fue realmente infumable, muy honda, con pesadas anatomías y serios pitones, pero absolutamente vacía de fondo y casta. Es más, el tercio de varas no existió y, por ejemplo, Morante de la Puebla apenas pudo hacer nada ni con el capote ni con la muleta y pasó absolutamente inadvertido. Todos los toros excarvaron y miraron continuamente hacia las tablas, derrumbándose una y otra vez. El mejor fue el tercero, con el que Simón estuvo a un gran nivel con la mano derecha en tres series de buen asiento, aunque cuando cambió de mano la franela -ya tarde- el toro se había desfondado. Buena estocada y petición que no termino de cuajar.
Toda la información, este miércoles en Diario LA RIOJA y Kiosko y Más
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