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Continúan los trabajos de desmantelamiento de la central hidroeléctrica de El Águila. Con cada elemento que desaparece del paisaje se va un trozo de la historia del valle de Ezcaray. Muchos no duelen –tiene que ser así (tuberías, uralitas etc)– pero otros arrancan 'ayes', como si los produjeran mordiscos, en el ánimo de quienes conjugan la pérdida en pasado, por la importancia que tuvo la central en el desarrollo de la zona y sus habitantes, y también en futuro, convencidos de que este debiera pasar –dicen– por la puesta en valor de esta infraestructura, con un carácter didáctico y ambiental, que a la vez permitiera a las nuevas generaciones mirar al ayer del Alto Oja.
El último vestigio en sucumbir a la piqueta ha sido el depósito de la central, localizado en Bitortia, recientemente demolido, como figuraba en el proyecto de desmantelamiento. Esta cámara de carga tenía unas dimensiones de 44 metros de longitud, 11,75 de ancho y 4 metros de alto, para una capacidad total de 2.596 metros cúbicos de agua.
Con ello, las miras se concentran en el edificio de máquinas de la central, del año 1952, sobre el que pesan los planes de demolición y posterior revegetación. Evitarlo ha sido uno de los objetivos del actual equipo de Gobierno socialista y también promesa electoral del anterior. En noviembre del pasado año 2019, el alcalde, Gonzalo Abajo, no se mostraba muy optimista sobre el buen fin de las gestiones que se realizaban entonces. Ayer indicó que no hay novedades.
Su preservación pasaría por su compra a Iberdrola, su propietaria, por parte del Gobierno de La Rioja, y después darle un uso. Dentro de la respuesta social que su previsto derribo ha motivado, principalmente en redes sociales, se han citado los de su posible conversión en albergue, puesto que se ubica en medio de un inmenso pulmón verde; en centro de interpretación del salto del agua, aula de educación ambiental etc. El inmueble tiene una superficie de 760 metros cuadrados,
El desmantelamiento de la central hunde sus raíces en una resolución del 8 de agosto de 2016 del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, por la que quedó extinguido el derecho concesional de aguas superficiales con destino a la producción de energía eléctrica en la central, por no haber estado en funcionamiento durante más de diez años.
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