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Las aguas han vuelto a su curso. Un mes después de la histórica crecida, el Ebro circula en estas fechas alrededor de los 200 metros cúbicos por segundo a su paso por Alfaro (según los registros de la estación de aforos ubicada en Tudela). Es más de diez veces inferior a los 2.496 que registró el 11 de diciembre a su paso por la vecina Castejón, una de esas crecidas que quedan en la historia y en la memoria del Ebro, como las de 2015 o 2003.
Cristalino en su discurrir, el Ebro se ha retirado de las cientos de hectáreas que inundó a su paso por el tramo alfareño. Y deja su huella en forma de mazones mordidos bien por su impacto, bien por 'mampoche', suciedad de procedencia humana enredada en los arbustos de sus sotos o fincas de hortalizas embarradas. Eso sí, son daños mucho menores que las apocalípticas escenas que dejaron las cinco avenidas consecutivas entre enero y marzo de 2015.
En aquella ocasión, el término del Ortigoso parecía zona de guerra. La rotura del mazón creó un inmenso socavón entre varias fincas, partió y arrastró acequias de hormigón decenas de metros, destrozó puentes, cubrió fincas e invernaderos de arena y gravas... Ahora, retiradas las aguas, y a la espera del detalle en la producción según informen los seguros, los daños han sido menores y centrados en las defensas.
En la entrada del Ebro al tramo alfareño, frente a Milagro y todavía en tierras navarras por el azar de los mapas, la huella de la crecida está en el mazón del Ortigoso. Precisamente en el punto donde se rompió en febrero de 2015 y que fue reconstruido a partir de marzo de ese año. En ese meandro frente a la localidad navarra, las aguas han mordido unos 300 metros de mazón por su interior. Es decir, no por el impacto del caudal, sino por 'mampoche', por el agua que se filtró a las fincas al otro lado de la mota y que, en su retirada, ha erosionado por la base hasta caerse parte. Muy blanda la defensa, ha perdido parte de su contenido y queda a merced de cómo actuará en una próxima avenida. Al otro lado, choperas de producción, frutales y unos invernaderos. Y la tierra desprendida ha tapado el paso de una acequia de regadío.
Aguas abajo, surge la escena que más preocupa a los agricultores de la zona. En la curva siguiente tras recibir al Aragón, engordado hace un mes por los aportes de un Arga que sumergió a Funes, el impacto de la fuerza del agua ha arañado aún más a una defensa que ya llevaba meses mostrando debilidad. A lo largo de los años, esa mota ha ido perdiendo masa, ha visto desaparecer buena parte de su orilla y un pequeño soto tras el arrastre de las aguas. El impacto de esta crecida extraordinaria se ha llevado buena parte de su base y ya afecta al sendero superior de la defensa. Muchos temen que no aguante otra embestida extraordinaria, más por la creación de una isla de gravas en medio del cauce que empuja la fuerza del agua en curva hacia la reducida defensa alfareña.
Cuestionada por este periódico al respecto, la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) recuerda que esta zona era la cuarta actuación prevista dentro del tramo alfareño por la estrategia 'Ebro Resilience'. «Esta defensa se va a retranquear, conforme al proyecto de adecuación morfológica y restauración ambiental del río Ebro en el paraje El Ortigoso. Estaba previsto iniciar la fase primera de este proyecto antes de fin de 2021, pero ha tenido que retrasarse debido a las lluvias y a las dos avenidas de noviembre y diciembre –explica la CHE–. En cuanto el tiempo lo permita, comenzarán las obras».
Adonde sí llegó el 'Ebro Resilience' fue a La Nava, que veía hace un año finalizados los trabajos que retranquearon el mazón, dando 20 hectáreas para expandirse al río en caso de crecida. Con los niveles extraordinarios de la del 11 de diciembre, el agua cubrió esta zona marcada como inundable, tanto la de expansión como fincas de frutales cercanas, casillas, etc. Una gran finca de hortalizas ha quedado sumergida bajo el barro, pero los daños han sido menores que en 2015, afectando al nivel del pavimento del sendero.
La crecida llegó a la gran explanada de El Estajao con los trabajos de la segunda actuación del 'Ebro Resilience' en pleno desmonte de la mota a retranquear. La crecida se llevó lo que quedaba de mazón y estrenó las 22 hectáreas que la 'estrategia' va a dejar para que se expanda en caso de crecida. Con barro aún en la zona, los trabajos no se han retomado. Mientras los muchos paseantes del entorno natural lamentan otra huella: las muchas bolsas y basuras enredadas en los sotos.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
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