La fiesta se anuda a los más pequeños

Tras la convulsión del primer día, del esperado 14 de agosto, esa explosión de alegría colectiva y ganas de compartir en las calles, las fiestas alfareñas se sumergieron ayer en la feliz rutina de una agenda repleta de actos, citas y encuentros.

A la espera de celebrar hoy el día grande en honor a los patronos San Roque y San Ezequiel, la segunda jornada festiva estuvo dedicada ayer a los niños. Pero ese protagonismo tuvieron que compartirlo los pequeños con un gran susto en el primer encierro de toros, un fuerte golpe en la cabeza que llevó a un vecino de Corella a la UCI del Complejo Hospitalario de Navarra en Pamplona.

Con más calma que la vivida en el recorrido del encierro o en la posterior 'prueba' en la plaza de toros, el ambiente se trasladó a la plaza de España, donde tuvo lugar uno de los actos más emocionantes, la colocación del pañuelillo rojo a más de un centenar de niños nacidos en el 2016 para conmemorar sus primeras fiestas patronales.

En una jornada de espíritu solidario, con la cuestación de la AECC y la degustación de la Asociación para la Demencia del Alzhéimer, los niños tuvieron el espectáculo de Birlibirloque y el paseo de los gigantes en el mediodía y a Maese Villarejo por la tarde. Ellos mandaron hasta entrada la noche, en la que estaba prevista la primera colección de fuegos artificiales y la verbena con el grupo de versiones Elefunk.

Lejos de los sonidos actuales que invaden las celebraciones este verano, el Ayuntamiento alfareño apostó para el concierto grande de sus fiestas, en la primera de sus noches este 14 de agosto, por el rock. Por el rock clásico, de raíz, elegantemente decadente, fruto de los barrios de grandes ciudades en épocas de cambios y poco futuro. Fue el programa doble con dos nombres legendarios, La Frontera y Burning.

La amenaza de lluvia llevó a los de Javier Andréu a adelantar la salida al escenario. Aunque programados para las 0.30 horas, subieron a la Lonja de San Miguel antes de medianoche, pillando a muchos interesados sin aviso. La misma tormenta dejó a La Frontera sin equipo de luces, por lo que tocaron con la iluminación de la plaza de España.

Lejos de amilanarse, tiraron de oficio y temas. Como si pusieran banda sonora a una película del peligroso oeste, a ritmo de trote, espuela y lazo, dispararon temas de sus últimas publicaciones y todo el cargador de clásicos, como 'El límite', 'Siete calaveras', 'Mi dulce tentación'... Se fueron ganando al público, que bailó con espíritu de taconeo en bar de cowboys con 'Judas el miserable' y 'Viva Las Vegas'.

Con la plaza ya llena de gente, tocaba el turno de los del barrio de la Elipa. Burning fueron habituales en Alfaro en los primeros 80, cuando aún ponía la voz Toño y rasgaba las seis cuerdas Pepe Risi. De ellos, sólo queda Johnny Cifuentes, que desde sus teclas mantiene la esencia de una banda que bebió de los Stones, T Rex o la Velvet Underground para facturar el rock canalla y decadente en castellano. Recordó aquellos años como «¡de zurracapote a saco!».

Pero también hay presente, como el 'Bestia azul' con el que abrieron su descarga que tuvo predominancia de clásicos. Pero su puesta en escena setentera, con largas improvisaciones, no terminó de calar en mucho público que fue marchando tras escuchar el exitazo 'Mujer fatal'. Quienes conocen más allá saborearon píldoras como 'Mueve tus caderas', 'Esto es un atraco' o el inmenso blusazo 'Una noche sin ti' con el que remataron.