El Estajao corona su recuperación

Primero llegó al paraje del Ortigoso, frente a la vecina localidad navarra de Milagro, por donde el Ebro pisa por primera vez el tramo de Alfaro. Después se centró en el de La Nava, donde confluye el Aragón para hacer al Ebro señor y complicar la situación en caso crecida. Y una vez finalizados, continuando aguas abajo, la Estrategia Ebro Resilience ha dado por terminados los trabajos en el tercer punto de actuación, en el soto del Estajao, el más popular por ser el corazón de la reserva natural de los Sotos de Alfaro.

Después de una inversión de 2.032.792 euros y dos años de trabajos, Ebro Resilience da por finalizados los trabajos de adecuación morfológica y restauración ambiental en El Estajao. «El objetivo de esta actuación era mejorar las condiciones morfológicas del cauce, reducir el riesgo de inundación y, por último, llevar a cabo una restauración ambiental en el meandro del mismo nombre», explica en un comunicado la estrategia que reúne la colaboración de las comunidades de La Rioja, Navarra y Aragón de la mano de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE).

Dentro del programa 'Tramo de actuaciones combinadas entre Alfaro y Castejón (Navarra)', los trabajos comenzaron en El Estajao por la eliminación de los restos de una chopera de producción de 21 hectáreas que ocupaba el meandro desde los años 70.

A la par, las máquinas y operarios retiraron el mazón que cerraba el meandro y «suponía una barrera al paso de las aguas y la fauna», como describe Ebro Resilience en el comunicado. En total, 1.458 metros de dique se redujeron, abriendo ese meandro para que las aguas de una crecida lo vayan ocupando sin la violencia de chocar contra una defensa. Con el material de ese dique los trabajos levantaron otro de 500 metros más alejado del cauce del río y de 569 metros de largo. Aunque cuenta con la misma altura que el mazón anterior, sus taludes son más tendidos, de relieve más suave, lo que conlleva que la fauna no lo percibe como una barrera, reduce el impacto visual y paisajístico y, además, si la crecida lo superara lo haría con menos violencia que ante una mota más vertical.

Este mazón retranqueado sostiene a los nuevos pozos de captación del municipio, que sustituyeron a los que estaban en el anterior dique, mucho más expuestos al impacto de las crecidas. Para fortalecer la protección, los trabajos definieron un muro krainer de 98 metros de largo, un entramado de troncos diseñado con técnicas de bioingeniería que absorbe las fuerza de las aguas y la reparte por el terreno.

Como último episodio, al igual que en los otros tramos, los trabajadores han plantado 21.100 ejemplares de especies vegetales en la zona: chopos, álamos, fresnos, olmos, sauces, tamarices, majuelos y saucos.

Una vez finalizada, la foto aérea muestra cómo la actuación ha recuperado las formas naturales del cauce, reduciendo la cerrada curva de salida del meandro que envalentonaba las crecidas hasta impactar de forma violenta con las orillas.

Aún queda una actuación en el tramo alfareño, en La Roza, que forma parte del programa europeo Life P1 Ebro Resilience y que se enlaza con los trabajos en El Señorío, en la vecina Castejón. Una vez finalizada la obra civil del retranqueo de las defensas para devolver espacio al río en caso de crecida, ha comenzado la recuperación ambiental con la plantación de 4.650 árboles de ribera en sus 22 hectáreas. Cuando llegue a su conclusión, las actuaciones de Ebro Resilience en el tramo alfareño habrán finalizado y trabajarán todas juntas en próximos episodios de crecidas.

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