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El público que llenó su cuerpo central y sus capillas pudo cerrar los ojos, enfocarlos en los retablos o en los murales y dejarse llevar en un viaje en el tiempo a cuando el rezo en la misa se adornaba con cánticos en latín. ... Cánticos gregorianos. Tras décadas en silencio, las partituras de la Colegiata de San Miguel salieron este fin de semana del archivo para convertir el templo alfareño en una gran caja amplificadora en la que las voces elevaron el rezo a otro nivel, casi místico.
Para dar a conocer el monumento nacional en todas sus vertientes, la Asociación Amigos de San Miguel, con el apoyo del Ayuntamiento y la parroquia, promovió la tarde del sábado un concierto de canto gregoriano y en la mañana de ayer, una misa cantada siguiendo el cantoral propio que guarda la colegiata.
«Escuchar partituras propias del archivo que jamás hemos oído es una forma atractiva más de conocer San Miguel», explicó el presidente de la Asociación, Manolo Alonso Fauste. «Porque, como es lema de nuestras actividades, conocer la música del archivo de la colegiata hará valorarla y así protegerla». De la mano del musicólogo alfareño Arturo Calvo, que ha estudiado el archivo de San Miguel, la asociación ha contado con el grupo zamorano Schola Cantorum de Zamora, dedicado desde 2019 al estudio, interpretación y divulgación del canto gregoriano, bien en conciertos o bien en liturgia. «Tenemos la oportunidad de escuchar algo nuestro, nuestra música», dijo Calvo.
Aparecieron sus siete integrantes detrás del baldaquino, en la capilla del Rosario, para entonar 'Ad matutinum', el himno de gracias que sonaba en maitines. Ya sobre el altar, ante el público, se adentraron en el cantoral de San Miguel con cuatro cantos de laudes, un programa dedicado a la Asunción y a la Virgen María. «Hemos querido vivir parte de la Asunción de la Virgen, con casi la misa completa junto a una lectura cantilada, entre cantar y hablar, que fue el origen del repertorio gregoriano», explicó Vicente Urones, uno de los mayores expertos de Europa en este estilo.
Para la despedida, el 'Salve Regina' con su primer texto, del siglo XII, del Santo Sepulcro de Jerusalén. «Cantan los ladrillos, es el templo el que canta, nosotros solo proyectamos». Así agradeció Urones la larga ovación del público puesto en pie.
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