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Cae la noche. Pasa el reloj de las nueve pero el ajetreo es incesante en dos bajos de la calle Tudela. Los catorce voluntarios del grupo de Judas ultiman cada detalle, cada pelele, su ubicación, los alambres de los que quedarán colgados en la tarde ... del sábado 8 de abril para cumplir con la tradición del fuego en el mediodía de Resurrección. Para dar forma, un año más, a una de las tradiciones más tradicionales y populares de Alfaro, su fiesta de interés turístico regional desde 2005.
Llevan desde septiembre acudiendo cada noche de lunes a viernes a esos bajos para preparar las catorce escenas que recorrerán la calle. Convertidos en cenizas los anteriores, el grupo se afana en elaborar los cuidados peleles con los que repasan de forma ácida la actualidad. Y, en esta ocasión, con el guión de la literatura clásica: catorce títulos convierten a personajes públicos, sobre todo de la política, en sus protagonistas para caer en el fuego el Domingo de Resurrección, para quemar lo viejo y reiniciar con nuevas esperanzas.
«No nos metemos ni con derecha ni con izquierda: les damos caña a todos», sonríe Eduardo Castillo, el armador del relato. A pesar de una polémica hace unos años con un portal web independentista catalán, los judas no han sentado mal a ningún protagonista. «Al revés, hay varios que se han sentido orgullosos por aparecer –repasa Eduardo–. La gente entiende que es una fiesta pagana que representa el cambio del invierno a la primavera, la alegría de quemar lo malo para que vuelva lo bueno... Y el que está en el poder se tiene que aguantar».
El trabajo que hay detrás de cada judas es encomiable. Horas y esfuerzos incontables para auténticas obras de arte que recibirán alabanzas de cuantos los contemplarán. Desde los judas de tamaño normal, con una media de 2,5 metros de altura, a otros de hasta seis metros de largo que viajan de la mano de Ramón Parejo a 'Veinte mil leguas de viaje submarino' de Verne, cabalgan en 'El caballo de Troya' de Benítez, pasean con 'El principito'... Junto a ellos, arderán los de los vecinos de Trasmuro o los del centro de mayores.
Papel y cartones, cola y silicona, vendas, bridas, alambres, pintura, ropa de todo tamaño y color, metros, cuters, lapiceros... Han sido sus elementos durante estos meses. Todo pasará por el fuego. «No sentimos pena de que se quemen. Son para eso... Y lo hemos pasado tan bien preparándolos para que la gente disfrute...», invita Mari Carmen Peña. «El fuego es desprendernos de ellos... y volver a iniciar el ciclo para juntarnos en septiembre que viene», sonríe Eduardo.
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