Estaca P4, 17,90. Esta estaca sirve de línea de referencia». De fondo a las indicaciones topográficas, el viento trae la algarabía feliz de los niños en el patio de un colegio. Es la hora del recreo. Hieráticas, las dos torres de la colegiata de ... San Miguel dominan y estiran el perfil de Alfaro hacia el soleado cielo. No lo saben, pero están buscando a sus antepasados.
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Desde la magnificencia de la colegiata, monumento nacional desde 1976, la historia cuenta que los cristianos alfareños tuvieron antes de su construcción otro templo donde cuidar su fe. Heredado su relato generación tras generación pero sin apenas datos históricos que la sitúen y certifiquen, es la conocida como la iglesia de San Miguel de Arriba, que estaría ubicada en la que después fue zona de eras en el monte La Plana.
En su objetivo de dar a conocer y promocionar el conocimiento de la localidad, la Asociación Amigos de la Historia de Alfaro, con el apoyo del Ayuntamiento, ha iniciado en estas fechas unos sondeos tomográficos eléctricos para buscar en las entrañas de esa zona de La Plana pistas que indiquen dónde se ubicaba San Miguel de Arriba. Para ello, cuentan con Víctor López y Maite Serrano, de la empresa burgalesa especializada Ingiter.
Sin haber protagonizado antes una campaña arqueológica, son pocas las certezas que quedan del antiguo templo, como algunos sillares de aprovechamiento utilizados después en otros lugares, como el cementerio. La intuición ubica su construcción en el siglo X, época en la que la zona era de influencia árabe en convivencia con cristianos y judíos.
El legado más rico y significativo que queda hoy de aquella iglesia es el Cristo crucificado del siglo XIII que corona el retablo de la capilla de San José de la colegiata de San Miguel. Fue una de las piezas que se guardaron después de que el 19 de enero de 1544 los canónigos de San Miguel de Arriba aprobaran construir un nuevo templo en la ciudad, mayor que el existente y que ya presentaba mal estado. Como recoge la Asociación Amigos de San Miguel, el 26 de noviembre de 1562 se colocaba la primera piedra.
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Un dibujo en plumilla de esa época, al parecer del siglo XVI y que se conserva en una colección privada en Madrid, presenta la imagen del que pudo ser el castillo de Alfaro y, a sus pies, la que pudiera ser San Miguel de Arriba, templo con torre y un cuerpo –recogido en el número 5 de la 'Revista de Estudios Alfareños Graccurris'–. Desde esas pistas, Amigos de la Historia ha comenzado la búsqueda. «Desde la idea aproximada que teníamos, el reto es delimitar la zona en la que se situaba, localizar las posibles estructuras que puede haber y confirmarnos si se encontraba aquí o no –explica Toño Aguirre, arqueólogo, director de 'Graccurris' y vicepresidente de Amigos de la Historia–. Sabiendo lo que aquí tenemos, habrá que valorar la posibilidad de excavar y sacar a la luz para que los alfareños y visitantes podamos disfrutarlo».
Los expertos de Ingiter han utilizado en los dos sondeos realizados para leer las entrañas de la ladera esta técnica geofísica que calcula la resistividad al paso eléctrico del terreno, señalando qué zonas han sido alteradas con sillares, muros, necrópolis... Esta técnica de reconocimiento del terreno permitirá delimitar antes de excavar qué zonas se deben estudiar, marcando los puntos claves. A la espera del informe final en unas semanas, sobre el terreno, los planos sonreían. «Hay indicios de restos arquitectónicos. Toca comprobar de qué tipo de edificaciones», asentía López.
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