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Llegó, actuó y marchó entre una larga ovación y dejando una buena sensación entre el público de jóvenes veteranos para el que estaba pensado y dirigido. Y que llenaron la plaza de España pasada la medianoche del martes al miércoles. La presencia de Bertín Osborne ... fue un concierto. Sólo eso. Y también la curiosidad de tantos por tener un famoso en el pueblo. Pero sin que ni él ni nadie entrara a las polémicas política y de famoseo que acompañó el anuncio de su actuación hace unas semanas.
Atraídos por ellas, reporteros de varias televisiones y agencias nacionales habían estado durante la tarde entrevistando a vecinos y se apostaban en las inmediaciones de camerinos para ver si conseguían un plano diferente, unas declaraciones… Seguridad privada, Policía Local y Guardia Civil custodiaron ese espacio. No hubo ningún movimiento de protesta por su presencia como la rumorología popular había alimentado después de que PSOE e IU criticaran su contratación con dinero público vistas sus declaraciones «machistas». Lo único que movió fue el cierzo, para refrescar la noche de la segunda jornada festiva.
A las doce en punto de la medianoche se apagaron las luces de una plaza que, sin apreturas, se llenó y recibió a Bertín Osborne con entusiasmo. Comenzó a solas con el piano antes de saludar dando la bienvenida a esta gira de celebración de sus 40 años en la música. Entre canción y canción, compartió muchos recuerdos, como las primeras visitas a esta zona de la ribera. «Empecé hace 41 años. Estuve en Alfaro, Tudela, Cintruénigo, Estella… ¡He estado en todos los sitios! Pero la única vez que hice triplete fue aquí hace 30 años, cuando toqué por la mañana, tarde y noche», recordó entre el cariño de la gente. «Todos los de mi familia nos hemos casado en San Miguel -dijo mirando a la fachada de la Colegiata, un marco excepcional para cualquier concierto. He tocado en medio mundo, pero este sitio es la leche». Y así se acabó de ganar al público.
Fue recorriendo los primeros discos, como con 'Como un vagabundo' o el coreado 'Buenas noches, señora' y el bailado 'Noches de San Juan'. Y continuó con las historias. «De niño yo le decía a mi madre que me encantaría tocar con una gran orquesta de las de las películas estadounidenses. Y ella lo pudo ver. Cada vez que canto estas canciones me acuerdo de ella», introdujo antes de viajar a Broadway en unos minutos que finalizaron con 'New York, Yew York'.
En ese momento, brindó con una copa de vino y cambió la banda. «Va por ustedes», deseó mientras un grupo de mariachis se hacía con el escenario de la Lonja de San Miguel. «Ahora nos las vamos a saber todas», invitó. Y se arrancó con 'Volver, volver' que engalanó Vicente Fernández. Por México lindo, por Jalisco, el público le coreó. Y sobre todo en 'El rey'. «Gracias Alfaro, a todos, por recibirnos», agradeció mientras el público pedía otra. La regaló para cantar y mecer entre todos 'Allá en el otro mundo'. Bajó a las primeras filas y saludó con cariño a muchos.
A eso de la 1.20 acabó la música, se encendieron las luces y a los pocos minutos sonó la charanga. Siguieron las fiestas. Y lo de Bertín Soborne quedó entre sonrisas satisfechas de su pública. Un concierto. Sólo un concierto.
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