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El historiador alfareño Joaquín Martínez Díez, autor de la fundamental 'Historia de Alfaro' e hijo predilecto de la localidad desde abril de 2013, falleció el pasado martes en Zaragoza, donde residía desde hacía lustros, a los 93 años.
Aunque estuvo afincado durante buena parte de su vida en la capital maña, fuera de la ciudad que le vio nacer el 25 de octubre de 1929, los alfareños le guardan especial cariño por la obra en la que recopiló su historia, publicada en 1983 y referente en cada hogar de la ciudad. Desde ese recuerdo, la colegiata de San Miguel acoge este mediodía, a partir de las 12.30 horas, un funeral por su descanso.
Como agradecimiento por la ingente labor durante más de una década que legó a los alfareños en 'Historia de Alfaro', una fuente imprescindible para conocer de dónde vienen, el Ayuntamiento le nombró el 26 de abril de 2013 hijo predilecto de la ciudad. De este modo, y en reconocimiento a sus distintas labores por la ciudad, se unía a una escueta e ilustre galería que forman san Ezequiel Moreno, nombrado en 1893; quien fuera secretario del Consistorio entre 1972 y 1989, Vicente Revilla, distinguido en 2005; el directivo de Ibercaja Fernando Galdámez en 2008; y los empresarios Paco López Segura desde 2008 y Víctor Navajas y Luis Carlos Martínez en 2010.
Joaquín Martínez Díez cursó sus estudios primarios en las Escuelas Nacionales antes de ingresar en 1942 en el Seminario Conciliar de Tarazona. El 4 de octubre de 1953 se ordenaba sacerdote, antes de estudiar Filosofía y Letras en Roma y Barcelona. Fue coadjutor de Alfaro, ecónomo de Atea, profesor en el Seminario de Tarazona, canónigo en su catedral y escribió diversos libros. Como anticipo a la que fue su gran obra, en 1976 publicó 'Alfaro, llave de Castilla'.
Para entonces, ya estaba afanado en la investigación y redacción de 'Historia de Alfaro'. Hasta entonces, el relato histórico de la ciudad solo se encontraba en las escritas por Vicente Romera en 1903 y Blas Ladrón en 1913. En el homenaje que recibió en abril de 2013, el propio Martínez Díez explicó que le dedicó cada rato libre y fines de semana durante una década.
Fuera del sacerdocio en sus últimos años, después de recibir la medalla de la ciudad, el profesor, investigador e historiador cedió sus derechos al Ayuntamiento para que su obra quedara en manos de los alfareños, para que la utilicen como quieran. En las posibilidades, quedaban su digitalización o reedición, dado que está agotada desde hace lustros. En una entrevista a este periódico en aquella emocionante fecha, hacía un llamado a continuar con su elaboración y completarla. «Es el momento de los especialistas, pues hay muchas derivaciones y ampliaciones que hacer», invitó.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
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