Ernesto Pascual
Lunes, 22 de mayo 2017, 00:58
«Vamos a poner un buen remate a una buena causa», saludaba ayer la hermana Angelines en la soleada mañana a los cientos de alfareños de todas las edades congregados a las puertas del campo de fútbol de La Molineta, pintando la soleada y primaveral mañana con las decenas de colores de sus camisetas. Eran los participantes que se sumaban a la 28ª Marcha Solidaria, la última de las citas de la Campaña de Cuaresma promovida desde las parroquias y desde los tres colegios alfareños con la colaboración del Ayuntamiento y de la Asociación Alfajóresis.
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Tras dos meses de diversas actividades, era la última para contribuir con las recaudaciones conseguidas al objetivo señalado este año por la campaña: el proyecto de dotación de medios sanitarios y nutricionales y de promoción escolar para la población indígena en la reserva Caño Mochuelo, en el departamento de Casanare, en Colombia.
Desde el primer día de marzo, la vigésimo octava edición de esta veterana iniciativa solidaria ha llevado a cabo diversas actividades para solidarizarse con una zona en la que los conflictos entre gobierno y guerrillas y el abandono y aislamiento que sufren los pueblos indígenas les privan de justicia y protección y les condenan a enfermedades infecciosas y respiratorias, desnutrición y escasa y precaria asistencia médica y educativa.
Con ese mensaje, esta Campaña de Cuaresma ha celebrado su rifa, el rastrillo solidario, la venta de claveles, el festival solidario, la recepción de donativos. Y su colofón fue en la mañana de ayer la Marcha Solidaria, abierta a todos los vecinos.
Con salida a las 10.30 de la mañana y muchos escolares y sus familiares dispuestos, más de 550 personas formaron el pelotón de la marcha, que tenía cuatro formas de disfrutarla: los más en forma se lanzaron a su trazado de 9 kilómetros corriendo; el más multitudinario fue el recorrido de 7 kilómetros caminando, seguido por el que planteaba otro de 5 kilómetros; para las familias con los niños más pequeños e incluso en carrito fue el más corto, que invitó a dar una vuelta al pantano grande de La Molineta. La cuestión era participar y ser solidario a través del recorrido o la forma elegida. Porque todos los participantes realizaron su donativo por el dorsal, dos euros para los niños y tres para los adultos, más la voluntad.
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