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Ernesto Pascual
Domingo, 9 de abril 2017, 10:57
Cuando la joven se erigía ante la puerta reglar debía tener clara su elección. Al otro lado de su umbral le esperaba una vida de clausura. Atrás quedaba la mundana. Durante cuatro siglos, decenas de mujeres la atravesaron para ingresar en la comunidad de las concepcionistas franciscanas de Alfaro.
Durante cuatro siglos, los alfareños observaban las puertas del monasterio de la Concepción preguntándose cómo serían las vidas en clausura. Según relata la historia, esta fue estricta durante siglos, durante los cuales sólo se encontraron las voces sólo a través del torno. Con las últimas décadas y lustros se flexibilizó, las hermanas se encontraban en locutorios con vecinos y familiares y, también, compartían instantes con ellos en las calles, en sus recados y en la propia iglesia.
Con el convencimiento de que va a ser uno de los principales atractivos durante la Semana Santa Verde de Alfaro, el área de Turismo ha programado una serie de visitas guiadas al monasterio en las fechas vacacionales. Así, del miércoles 13 al domingo 16 de abril, se ofrecen cuatro visitas guiadas por la mañana, desde las 10.30 horas con salida cada 15 minutos, y otras cuatro de tarde, desde las 17. Serán previa reserva en la Oficina de Turismo y con aforo máximo de 30 personas.
Pero esos 403 años de clausura han llegado a su fin. La marcha de las hermanas para unirse a la comunidad de Madre de Dios logroñesa y la compra del monasterio por el Ayuntamiento han desprendido al recinto de su halo religioso para convertirlo, tras su desacralización en diciembre, en un edificio civil. Un inmenso espacio para el que el plan director que encargará el Ayuntamiento definirá sus usos, como sede de la Escuela de Música, quizá biblioteca...
Mientras, los alfareños están ávidos por conocer los espacios en los que vivió la congregación durante los referidos cuatro siglos. Y ellos y sus visitantes se van a poder adentrar en el monasterio durante esta Semana Santa.
El área de Cultura y Turismo ha programado visitas guiadas que recorrerán sus tres plantas. En la visita piloto que compartieron el pasado jueves guías y voluntarios, la primera impresión fue encontrar la iglesia desnuda de bancos, de figuras en sus retablos... Hasta ahí llega lo conocido. Al otro lado de la sacristía se extiende lo guardado por la clausura.
Alrededor de un sencillo claustro y del deambulatorio giraba la vida en decenas de salas en la primera planta, como locutorios, cocina, almacenes o la puerta reglar. Con un magnífico estado de conservación en todos sus espacios espera la primera planta con tarima de madera, donde están las habitaciones, roperío, botiquín y sala capitular. El acceso al coro alto descubre desde dónde siguieron las hermanas las misas durante siglos.
Y en la segunda planta espera la zona del noviciado, con 27 habitaciones. Entre ellas, el angosto pasillo que escondió bajo tejado a las monjas de San Agustín durante la 'francesada'. En cada rincón, mucho que imaginar. Y vivir.
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