A las afueras del municipio de Cañas se erige una auténtica joya arquitectónica que sobresale por encima del resto de edificios adyacentes. Se trata del Monasterio de Santa María de San Salvador, también conocida como la 'Abadía de la Luz'. Este templo cisterciense del siglo ... XIII atrae cada año a miles de curiosos.
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Ahora, de cara a la temporada alta de turismo, el monasterio ha ampliado sus horarios de apertura, que se mantendrán hasta finales del mes de octubre. Estos serán de lunes a domingo, de 10.30 a 14.30 y de 16.00 a 20.00 horas. Las entradas pueden adquirirse en las taquillas del lugar e incluyen una audioguía.
Estas cuestan 5 euros para el público general y 2 euros para niños de 6 a 14 años. Para grupos de más de 25 personas hay una promoción de 4 euros por tique. Si se desea realizar una visita guiada, que dura en torno a 50 minutos, el precio es de 7 euros en régimen general y 4 para grupos.
«En estos próximos meses esperamos recibir entre 200 y 300 visitantes diarios, de hecho, ya tenemos reservas realizadas para excursiones en el mes de septiembre», explica Mariola García, guía turística de la abadía. La parte visitable del templo cañense es la planta inferior, puesto que en los pisos superiores viven monjas de clausura.
García no tiene reparos en señalar los mayores atractivos del santuario cristiano. «Lo más bello es el ábside de la nave central, realizado en los últimos compases del siglo XIII en un estilo gótico puro; los cerramientos de alabastro dejan pasar una luz muy diáfana y pura, que simboliza a Dios y que cumple la función de proteger de la humedad al retablo mayor», relata.
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Por el resto de la iglesia continúa el recorrido. Allí está ubicado el esplendoroso retablo del año 1565 realizado por Guillén de Holanda y pintado por Alonso Gallego. Enfrente suyo se encuentra la imagen de la Virgen de la Señora de Cañas, del siglo XIII, adornada con los emblemas de la casa López de Haro. Esta dinastía familiar, sirviente de los Reyes de Castilla, fue la principal benefactora de la abadía.
Precisamente, la tumba de una de sus mayores representantes, doña Urraca, reposa en la sala capitular contigua a la Iglesia. «Ella fue la gran promotora del Monasterio, le dio un gran impulso a nivel religioso y arquitectónico», sostiene la guía Mariola García.
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Para terminar, a través de un patio amplio y florido, se accede al museo repleto de cuadros y reliquias. Allí destacan, entre otras joyas que alberga la orden del Císter, las herraduras del caballo de Santiago Apóstol, imágenes sacras del siglo XII o un óleo del taller del pintor flamenco Van Dyck.
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