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FÉLIX DOMÍNGUEZ
Lunes, 19 de junio 2017, 11:48
Alrededor de 2.500 truchas, fritas «como es debido», se degustaron ayer en Bobadilla en la trigésimo octava edición del Festival de la Trucha, un evento que se creó para dar a conocer y atraer visitantes hasta esta población a orillas del río Najerilla por ... medio de uno de su producto estrella, este salmónido que lo mismo se puede pescar en el río a escasos metros de la villa, que se puede adquirir en la piscifactoría local, una de las primeras en territorio riojano.
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Fruto de la labor desinteresada de un grupo de unos 25 voluntarios locales, según nos contaba uno de ellos, Vicente Somalo, con la inestimable aportación de la citada piscifactoría y del Ayuntamiento, el festival se ha convertido en una cita ineludible para muchos vecinos de la comarca del Najerilla, y de muchos otros llegados desde distintos puntos de la geografía riojana en general.
Somalo afirmaba que el secreto de estas truchas degustadas la mañana de ayer en su pueblo está, en que «es un género muy fresquito y que se fríe en unas condiciones que no se puede hacer en casa, como es debido. Se fríen en muy abundante aceite de oliva, con lo que el pescado mismo te dice cuando está ya perfectamente hecho y crujiente, ya que en ese momento comienza a flotar en el aceite y es cuando se saca fuera».
En este sentido, dice lamentar que, en algunas ocasiones, «algunas personas se quejan de que tengan que esperar, pero eso es porque nosotros sabemos que la trucha tiene que estar para comérsela en el bocadillo nada más salir de la sartén, ya que si está un tiempo fuera o metida en el pan, se ablanda la piel y la carne y ya no está crujiente, que es como está en su punto y te puedes comer hasta las espinas».
Incluso, asegura que en alguna ocasión «hicimos la prueba de tenerlas fritas con antelación, para evitar las quejas por la espera, pero se vio claramente que las truchas perdían calidad y dejamos de hacerlo así. Preferimos aguantar las quejas de los impacientes, que darles el material en peores condiciones».
Así, ayer el personal pudo consumir las truchas con calidad, no hacía falta nada más que fijarse un poco en las caras de los comensales para darse cuenta de que los cocineros lo habían hecho a la perfección. Junto al bocadillo de la reina del río y el jarrito de vino, se servían encurtidos variados y patés de trucha.
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