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Javier Albo
Sábado, 31 de diciembre 2016, 13:19
Nuevo caso para Olmos y Robles: varios cientos de felpudos aparecieron en la mañana este miércoles colocados en la plaza de Torremúzquiz, de Ezcaray.
Cerca del lugar, una nota del inexistente «Ayuntamiento de Ayabarrena» (aldea del término) hacía saber que habían sido retirados de los ... hogares «por razones de saneamiento, a sospecha de una plaga estas navidades». El pasquín añadía que podrían recogerse el jueves, en la plaza, y facilitaba un número de teléfono (falso) por «si el suyo no aparece o tiene alguna reclamación». Rubricaba el papel un sello del depósito municipal... de San Lúcar de Barrameda y el típico monigote de las inocentadas.
Porque fue eso, una inocentada, que la gran mayoría de los 'afectados' se tomó como tal, aunque también hubo a quien no le hizo gracia, por las molestias y porque de su felpudo nunca más se supo: alguno debió aprovechar la broma para renovar la alfombrilla. Eso se oyó decir.
«La primera reacción fue reírme», confesó el alcalde, Diego Bengoa, que escribió en las redes sociales: «Alguien se ha tomado muchas molestias esta noche...», aunque había quien aseguró extrañar su felpudo ya desde el lunes. La cuestión (ésta es la parte que menos gracia hizo al Ayuntamiento) es que, sabedores de que en ellas podrían actuar con más tranquilidad, los autores de la broma centraron buena parte de su acción en urbanizaciones donde hay poca gente en estas fechas, por lo que el Consistorio se tuvo que encargar de retirar todos los felpudos no recogidos y guardarlos hasta que sus propietarios los reclamen.
La inocentada, además del humor, puso a prueba el conocimiento de muchos sobre esta desapercibida parte del mobiliario doméstico. «Juraría que es este, pero...», se escuchó en más de una ocasión en la plaza, epicentro de una gran expectación durante toda la mañana, extrapolada a todas las conversaciones de la villa. También se vio por allí a la Guardia Civil, al hilo de lo cual algunos hablaban de alguna supuesta denuncia, no confirmada. Robo, en realidad, tampoco fue: solo un cambio de sitio, por lo dicho, «razones de saneamiento».
Camiones perdidos, felpudos que desaparecen y aparecen (o no)... Bienvenidos a Ezcaray.
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