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Autol, de leyendas y barzones

Autol, de leyendas y barzones

Los catones siempre han tenido una mentalidad emprendedora que les ha llevado del campo a las atracciones y ahora, al mundo del champiñón

MARÍA FÉLEZ

Domingo, 23 de agosto 2015, 23:51

autol. Marcado por el paso del Cidacos y a la sombra de ese pulmón de La Rioja Baja que es Yerga, Autol esconde tesoros a cada paso. Desde sus tres entradas podemos divisar tres ermitas (la de Nieva, la del Ángel y la del Carmen). Ellas son las encargadas de limitar un municipio en el que el patrimonio es tan fundamental como necesario.

Porque nadie se imagina Autol sin esas dos maravillas geológicas, que admiran a los extraños y enorgullecen a los catones. Cincelados en una mágica labor de siglos, los picuezos han sido mudos testigos de la historia de los catones.

Mientras, encaramadas a un espectacular saliente rocoso se alzan las ruinas del castillo, desde el cual se domina toda la vega del Cidacos. Uno no alcanza a imaginar su azarosa historia al verlo hoy tan destartalado, pero fue garantía de paz entre los reyes castellanos, navarros y aragoneses en la Edad Media.

Otro de los patrimonios catones es el barzón, un bollo dulce típico de la festividad de San Blas. Sólo se elabora en la tahonas autoleñas pero los hijos del pueblo que viven en otras localidades se han encargado de llevar su sabor casi por todo el mundo porque no hay catón que no pase por Autol en febrero y que no se lleve un par de barzones.

También patrimonio son sus leyendas. La más conocida es la del Miserere, de la que incluso Bécquer se hizo eco y que se representa cada último sábado de junio en las inmediaciones de las ruinas del primer monasterio cisterciense de España, en pleno monte a más de 1.100 metros de altitud. Pero hay más. Los picuezos también tienen la suya propia y sobre el castillo han surgido numerosas, centradas en el crimen cometido en agosto de 1445 cuando unos maleantes apuñalaron a los señores de Autol y se apoderaron del él. El pueblo cercó el recinto y lo conquistó a los treinta días.

Pero si un patrimonio destaca en este pequeño municipio son sus gentes. De mentalidad emprendedora, nunca se han amedrentado ante los problemas. La crisis del cultivo del espárrago llevó a muchos a aventurarse en el mundo de las atracciones y ahora gran parte del municipio vive del cultivo del champiñón.

«Es gente tranquila que vive y deja vivir. No somos de grandes conflictos porque no nos gusta magnificar los problemas», dice orgullosa su alcaldesa.

Lo que sí les gusta es poner su granito de arena a cada actividad que se propone en el municipio. Quizás porque el grupo scout ha tenido presencia durante décadas y todos, de una forma u otra, han tenido relación con él, el trabajo en grupo y el espíritu de colaboración es fundamental para los catones. La Semana Santa, el Miserere, las Jornadas del Champiñón, cualquier actividad deportiva o cultural demuestran que el catón es capaz de 'echarse al ruedo' cuando otros lo necesitan.

También es gente que ha sabido adaptarse a los cambios poblacionales. En la actualidad 36 nacionalidades conviven en el municipio en perfecta armonía. Obligados a entenderse, la realidad es que el inmigrante es fundamental para la economía catona en un municipio en el que prácticamente no existe la palabra 'desempleo'. Y es que son muchas las empresas catonas de importancia nacional que han decidido seguir ubicadas en el lugar que las vio crecer y forman un entramado industrial muy importante para un pequeño pueblo.

La mujer también ocupa un papel importante en Autol no sólo como madre, abuela o trabajadora desde hace décadas sino como motor de la sociedad catona. No hay acto en Autol en el que la mujer no esté presente.

Pero, además, Autol es un municipio cómodo para vivir, con servicios que cualquier localidad de mayores dimensiones querría para sí. No falta de nada. Guardería, residencia de ancianos, hogar de personas mayores, incluso cuenta con el único CEO que existe en La Rioja en el que los estudiantes pueden cursar toda la formación obligatoria. Quizás les falte un auditorio donde poder llevar a cabo todas las aficiones que tienen, pero el auditorio llegará tarde o temprano.

En definitiva Autol es el mejor pueblo para vivir porque se trata de un pueblo entrañable, divertido, en el que siempre hay algo que hacer, donde se vive de forma tranquila y en el que es fácil trabajar. Un gran pueblo, quizás el mejor de La Rioja, pero eso sólo lo deciden ustedes.

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