El Alcázar de Nájera, víctima de la desidia

Desde que el pasado 30 de marzo fuera inaugurado por el expresidente Sanz no se ha llevado a cabo ninguna labor de mantenimiento, a pesar de que las intensas lluvias estaban dañando la zona. Así, la escalera de acceso desde la era donde están las ruinas visibles del Alcázar, hasta el mirador superior tienen profundas escorrentías ocasionadas por el agua que incluso ha desajustado los grandes maderos que perfilan la escalera. Asimismo, en las terrazas donde antes estaban las cuadras que se demolieron, hay grietas profundas en el terreno, por las que sigue entrando el agua de lluvia y que provoca la debilidad de los taludes. La falta de mantenimiento en el Alcázar ha facilitado que las malas hierbas y los matorrales llenen escaleras y zonas de estancia.

En una de esas terrazas se amontonan los restos de lápidas del viejo cementerio de Nájera, ubicado el siglo pasado en el lugar. Desde el Museo Najerillense se habían dado instrucciones de transportarlas hasta el actual camposanto najerino, pero allí siguen desde el pasado invierno, incluida la del que fuera alcalde de Nájera, Juan Antonio Nazar. Este gobernante municipal fue quien ordenó que salieran del monasterio de Santa María la escuela, el cuartel, la oficina de Correos, el teatro, la plaza de toros, el almacén de herramientas y carros municipales y los indigentes que allí había alojados para que entraran la orden de los Franciscano, que sigue gestionando el monumento histórico.

El alcalde, Jonás Olarte, conoce la situación y ha señalado que «ya se han dado instrucciones a la Brigada de Obras para que limpie todo el lugar». «Además se programará un mantenimiento, que no se hizo por parte de la anterior Corporación», añade. Las lápidas también serán retiradas.