Las manos que cuidan Contrebia Leucade

Se trata del primer año en el que se oferta este campo de trabajo en el que ya han participado otros 15 jóvenes en el primer turno que tuvo lugar del 11 al 22 de julio de este año. Emilio del Río ha señalado que "este campo de trabajo se plantea como un lugar de encuentro entre jóvenes procedentes de distintos lugares, para realizar, junto a las actividades lúdicas propias del periodo vacacional, otras de carácter cultural y social destinadas a la formación y enriquecimiento personal y a la recuperación de los recursos naturales y patrimoniales de la comarca del Alhama-Linares".

Asimismo, Del Río ha destacado que los jóvenes "participan activamente en una serie de tareas y actividades colectivas que, bajo los principios de respeto mutuo, solidaridad y compañerismo, facilita el conocimiento y comprensión de las diferentes realidades sociales, económicas y culturales tanto de los participantes como de los habitantes del lugar que acoge el campo de trabajo".

En concreto, los trabajos que están desarrollando los jóvenes son la eliminación de la vegetación (hierbas, zarzas y arbustos) nacidas en los espacios excavados hasta la fecha, impidiendo valorar en su justa medida los diferentes elementos descubiertos. Además, están eliminando y recolocando, cuando es posible, las piedras desprendidas de los muros.

El yacimiento

Por sus características y estado de conservación, las ruinas de Inestrillas, pertenecientes a la ciudad celtibérica Contrebia Leucade, constituyen el más completo e importante conjunto arqueológico de La Rioja y del territorio celtibérico. Su visita constituye una inigualable lección sobre el potencial económico y demográfico de los celtíberos y de lo que supuso para ellos el enfrentamiento con Roma.

Aunque el inicio de la ocupación del lugar se remonta a la Primera Edad del Hierro y se prolonga hasta la Alta Edad Media, quedando elementos elocuentes de cada uno de los periodos, los restos más espectaculares pertenecen a la etapa celtibérica. En el nacimiento y configuración de la ciudad celtibérica primaron los factores defensivos y estratégicos, lo que justifica su posterior reocupación en momentos conflictivos y la acumulación y superposición de dispositivos de defensa de cronología diversa.

La prioridad de los objetivos defensivos condicionó la elección de un lugar, cuyo acusado relieve forzó la adopción de costosas soluciones urbanísticas capaces de contrarrestar las fuertes pendientes y desniveles del terreno y crear superficies aptas para la instalación de las viviendas y el correspondiente sistema de circulación interna.

En el contexto de los años de la conquista romana, estos inconvenientes quedan minimizados frente a las ventajas que ofrecía el lugar, ya que los potentes escarpes sobre el cauce del Alhama hacían innecesaria la construcción de sistemas artificiales de defensa en la mitad de su perímetro y su excepcional situación geoestratégica, controlando el curso del río Alhama, permitía acceder con rapidez a diferentes escenarios, circunstancia que, como indica Tito Livio fue tenida muy en cuenta por Sertorio en los preparativos de la campaña de 76 a.C., a la hora de concentrar víveres y tropas procedentes de la Meseta para acceder después al valle del Ebro, al territorio de los Berones contra los que pensaba dirigir la guerra.

En lo que respecta a la ordenación interna de la ciudad, su trazado se ajusta a las curvas de nivel del terreno, formando alineaciones de casas y de calles talladas parcialmente en la roca para conseguir el mejor aprovechamiento del espacio y aumentar su capacidad demográfica. Para ello se recurrió a soluciones cuya correcta aplicación, aparte de suponer un fuerte potencial humano cuyo cálculo resulta problemático, implica un elevado nivel de desarrollo tecnológico.