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Una científicas brasileña trabaja en el laboratorio de Inmunología del Instituto del Corazón (Incor) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sao Paulo. sebastiao moreira / efe
Veinte vacunas para inmunizar el mundo

Veinte vacunas para inmunizar el mundo

La OMS solo ha reconocido media docena de fórmulas diseñadas con distintas tecnologías para combatir el covid, pero los países en vías de desarrollo utilizan hasta 23

Fermín Apezteguia

Martes, 2 de noviembre 2021

El mundo combate la actual pandemia de coronavirus con una veintena de vacunas que utilizan, básicamente, tres tecnologías muy diferentes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) solo ha reconocido el uso de seis. Los países con menos recursos llegan a utilizar, sin embargo hasta 23 fórmulas diferentes, basadas en la mayoría de los casos en modelos clásicos de inmunización, según explica el reconocido virólogo José Alcamí, del Instituto de Salud Carlos III. El experto, jefe de la unidad de Inmunopatología del Sida del Instituto de Salud Carlos III y coautor del libro 'Coronavirus', recorre para EL CORREO los distintos tipos de vacunas disponibles y hace una previsión sobre lo que cabe esperar en el futuro más inmediato.

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Las cuatro más vanguardistas son las que se han reservado los países más ricos. Estados Unidos utiliza las fórmulas de Pfizer/Biontech, Moderna y Janssen. A esta triada, Europa añadió originalmente la vacuna de AstraZeneca. La irrupción entre diciembre de 2020 y febrero de 2021 de las dos primeras cambió para siempre no sólo el curso de la actual pandemia, sino también la historia de las vacunas.

La tecnología de ARN mensajero (ARNm) en que se basan ha supuesto, según Alcamí, una auténtica revolución en el mundo de las vacunas. El ARNm es el material genético que contiene la información necesaria para la fabricación de proteínas o antígenos. Este tipo de vacunas contra el coronavirus, fruto de largos años de investigación, contiene una porción de una proteína del virus llamada proteína de la espiga, espícula o 'spike'.

«La tecnología de ARN Mensajero ha supuesto una revolución en el mundo de las vacunas»

josé alcamí

Jefe de la unidad de Inmunopatología del Sida del Instituto de Salud Carlos III

En cuanto entra en contacto con la célula, el sistema inmunitario genera anticuerpos protectores y células de memoria, también protectoras (linfocitos B y T). Logran una protección cercana al 95%. Este mismo mecanismo es el que movía el proyecto Curevac, suspendido al registrar en la última fase de su ensayo unos resultados «decepcionantes», según la propia compañía. El laboratorio alemán trabaja ya en el desarrollo de una nueva formulación.

Las vacunas de vector viral, también de nueva generación, emplean un mecanismo de acción muy similar, aunque usan como vehículo de transporte no ARN mensajero sino un virus diferente. De ahí su nombre. La vacuna de AstraZeneca, que Europa ha dejado de utilizar, emplea como vector viral un adenovirus de chimpancé, mientras que en la de Janssen se trata de un adenovirus humano.

Con un poco de microbio

La eficacia de ambas ronda el 70%. Desde su salida al mercado, la de Janssen tuvo a su favor que requería un solo pinchazo, aunque todos los vacunados con ella recibirán una segunda dosis de Pfizer, que elevará de forma considerable su nivel de protección. Tanto la de AstraZeneca como la de Janssen forman parte también de la familia de las vacunas recombinantes, aquellas que utilizan parte del germen para provocar la reacción del sistema de defensas. A este mismo clan se suman los prototipos de Covishield, una de las varias fórmulas fabricadas en India tanto para su uso interno como el de algunos países de su entorno, así como las chinas Cansino y Vero Cella (en investigación). Pertenecen a este mismo grupo los prototipos de Novavax, Covavax -también india-, y Sanofi, cuya fabricación se ha suspendido.

Las otras dos vacunas que cuentan con el respaldo de la OMS proceden de China y se llaman Coronavac (también conocida como Sinovac) y Sinopharm. Ambas activan el sistema de defensas con tecnología clásica. Se valen de una muestra de virus inactivados o directamente muertos.

La lista se completa con otros nombres de fórmulas diseñadas en distintos países, sobre todo India, pero también otros como Sudáfrica. Una de las dos más populares quizás sea Sputnik V, 'la rusa'. Del tipo de vector viral, es de limitada eficacia y se está empleando en países del Este y, sobre todo, América Latina. Aún en fase de estudio, figura Soberana, que lleva el sello de la industria nacional de Cuba.

Un proyecto esperanzador

Entre los proyectos en investigación, el reconocido virólogo José Alcamí destaca el proyecto Hipra, que se desarrolla en un laboratorio privado de Girona. Originalmente fabricante de vacunas animales, la compañía dedicó parte de su planta para el desarrollo de un proyecto de proteína recombinante que muy previsiblemente estará listo para entrar en fase tres, de ensayo en humanos, a finales de año.

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El prototipo contiene dos proteínas recombinantes de la espícula: la basada en la variante clásica del coronavirus original y otra proteína de la espícula con la secuencia de la variante más resistente a las actuales vacunas, la sudafricana. «Es una estrategia interesantísima», considera Alcamí, centrado en la investigación del coronavirus desde que comenzó la pandemia. La firma proyecta producir entre 600 y 900 millones de dosis en 2022 y duplicar esta cifra de cara a 2023.

Tiene una limitación potencial. Para probar su eficacia en fase tres, la compañía necesitará un volumen de población muy alto, difícil de encontrar en un país como España, con el 90% de sus ciudadanos inmunizados ya con otras fórmulas. «La compañía la propone como tercera dosis, lo que es una estrategia muy inteligente, y lo más posible es que en la fase tres la prueben como tercera dosis en población sana por debajo de los 60 años. En función de sus resultados, podría plantearse como tercera dosis para personas mayores o frágiles», valora el científico del Instituto de Salud Carlos III.

Alcamí: «Es falso que la gente vacunada mantenga la capacidad de transmitir el virus»

José Alcamí.

¿Será necesario dar una tercera dosis de vacuna a todos los ciudadanos?

Todos los datos indican que la tercera dosis resulta muy eficaz. Se ha visto en Israel, donde, una vez encauzada la epidemia, se dio un incremento de casos en julio debido a dos circunstancias. A la caída de los anticuerpos que se produce a los seis meses de vacunación se sumó la aparición de la variante delta. El efecto de la tercera dosis se notó muy rápido. El país vacunó a los mayores de 65 años. Un mes después, los nuevos casos habían descendido considerablemente y se daban en menores de esa edad.

¿Entonces, habrá que vacunarse periódicamente?

El tiempo lo dirá, pero sí pienso –y esto es una reflexión personal– que muy posiblemente las vacunas de ARN funcionarán mejor con tres dosis. Se dan dos porque los ensayos se hicieron con dos, pero otras vacunas como la del virus de la hepatitis B y la del papiloma humano requieren tres pinchazos. No creo que necesitemos vacunarnos todos los años como con la vacuna de la gripe, pero eso dependerá de la duración de la respuesta tras la tercera dosis, el control de la incidencia y de que no emerjan nuevas variantes de escape.

¿La caída de anticuerpos a los seis meses significa que las células de memoria no nos dan inmunidad?

La inmunidad celular se logra gracias a los linfocitos B y T. En Reino Unido, donde se ha vacunado fundamentalmente con AstraZeneca, se están dando ahora 40.000 nuevos casos diarios. Pero la cifra de hospitalizaciones y muertes se ha contenido. Las células de memoria T y B están ahí y se ha demostrado que no disminuyen. Es la caída de los anticuerpos lo que nos hace más susceptibles a la infección, pero en la mayoría de los vacunados la infección no provoca enfermedad grave, lo que sin duda se debe a esa respuesta 'memoria' que se pone en marcha y contiene la infección.

¿Cuándo habrá vacunas que eviten la transmisión?

¡Ya las tenemos! No es cierto que la gente vacunada mantenga la capacidad de transmitir, sino que algunos vacunados se infectan y transmiten. Todas las vacunas protegen de la infección en un porcentaje elevado. Frente a la variante alfa las vacunas de ARN protegían de la infección en un 70% u 80% y las de adenovirus en torno al 60%. Frente a la variante delta la protección es menor, pero la protección de los vacunados a la infección es de al menos el 50%.

Hay estudios científicos que lo demuestran. También en Israel, un mes después de vacunar con la tercera dosis a los mayores de 60 años los nuevos casos cayeron no sólo en esa franja de edad, sino en todas, porque la transmisión disminuyó. Este control con la tercera dosis del número de casos y de transmisiones en Israel ha evitado tener que tomar medidas especiales como un nuevo cierre de actividad.

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