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De las trepanaciones al psicoanálisis, cómo hemos tratado las enfermedades mentales
Ciencia | Neurociencia

De las trepanaciones al psicoanálisis, cómo hemos tratado las enfermedades mentales

Medicamentos nuevos han permitido importantes avances, pero figuran aún entre los males en los que falta más camino por recorrer

mauricio-josé schwarz

Sábado, 21 de mayo 2022, 01:10

Conforme la preocupación por la salud mental crece en nuestro mundo, hacemos frente al problema de cuidarla, preservarla y recuperarla cuando se pierde, lo cual requiere una mayor comprensión de los mecanismos que producen distintas afecciones, desde la ansiedad y la depresión hasta el trastorno bipolar o la esquizofrenia.

La preocupación viene de antiguo, cuando los problemas mentales se explicaban por influencias sobrenaturales: espíritus, demonios o brujería, idea que predominó en distintas formas durante miles de años, desde la antigua Mesopotamia donde en general se atribuían las afecciones mentales a la acción de diversos dioses, hasta que entre los griegos y romanos empezó a desarrollarse la idea de que las alteraciones de la percepción y la conducta eran enfermedades como las que afectaban al cuerpo. Fue el paso de las hipótesis sobrenaturales a las dos visiones naturalistas: la somatogénica, que identifica problemas derivados de un mal funcionamiento del cuerpo por enfermedad, herencia, daños cerebrales, desequilibrios químicos y otros factores, y la psicogénica, que aborda los problemas debidos a experiencias traumáticas o estresantes, a asociaciones y cogniciones que dejan huella, a percepciones distorsionadas y a todas las alteraciones que no dependen de la fisiología, la anatomía y la química del cuerpo.

Las distintas explicaciones que se daban a los extraños comportamientos y declaraciones de los lunáticos, los locos, tenían como consecuencia, por supuesto, distintas aproximaciones. Dejando de lado los exorcismos, sahumerios, oraciones, amuletos y pócimas mágicas, algunas intervenciones nos han legado, literalmente, huella en los restos de humanos antiguos. Tal es el caso de la trepanación, que consiste en practicar un orificio en el cráneo, retirando un círculo de hueso, lo que se esperaba que tratara dolores de cabeza o enfermedades mentales… o, quizás, permitiera la salida de los demonios que poseían al infeliz paciente.

La primera evidencia que hemos encontrado de la trepanación es un cráneo hallado en un sitio neolítico de Francia, con una antigüedad de 7.000 años. Lo notable, en todo caso, es que los sujetos trepanados solían sobrevivir sin problemas a la operación y vivir incluso muchos años más, como lo evidencia el crecimiento del hueso en los bordes del orificio trepanado.

Trepanaciones incas.

Teoría de los cuatro humores

En la antigüedad y hasta la aparición de la ciencia médica, los tratamientos alternaron según las creencias del momento. La teoría de los cuatro humores de Galeno se aplicó también a las afecciones mentales, lo que implicaba el uso de lavativas, vomitivos y sangrías para 'equilibrar los humores', como se hacía con cualquier afección, generalmente con pésimos resultados pues además de no tener ningún efecto terapéutico, debilitaban e incomodaban al paciente.

A partir del siglo XVII aparecieron los asilos, que instituyeron como tratamiento preferido el aislamiento que ya se practicaba en algunos casos desde la Edad Media. Esto era más para tranquilizar a una sociedad que temía a quienes tenían afecciones graves que para los propios pacientes, que generalmente eran 'tratados' con palizas, agua fría o restricciones como la 'camisa de fuerza' inventada a fines del siglo XVIII.

En el siglo XIX se empezaron a desarrollar psicoterapias donde se pretendía resolver las afecciones analizando especulativamente las ideas de los pacientes, en particular el psicoanálisis de Freud y las variantes de sus muchos seguidores. Aunque era un avance intentar comprender el origen de los trastornos y adquirió gran popularidad, su eficacia ha sido indemostrable.

Sigmund Freud, padre del psicoanálisis.

No fue hasta principios del siglo XX cuando las aproximaciones más científicas a los problemas mentales introdujeron tratamientos en algunos casos efectivos aunque enormemente peligrosos, como la terapia de choque insulínico, que se usó entre 1927 y 1960 en la que se provocaba un coma por azúcar insuficiente en sangre con una inyección de insulina. Otras terapias de choque contemporáneas fueron la electroconvulsiva, la de sueño profundo y la psicocirugía, controvertidos tratamientos cuya efectividad en el tratamiento, sobre todo, de la esquizofrenia está en discusión, pero no sus peligros.

La más terrible terapia, que comenzó de manera tan prometedora que fue galardonada con un Nobel, resultó ser la lobotomía prefrontal

La más terrible terapia, que comenzó de manera tan prometedora que fue galardonada con un Nobel, resultó ser la lobotomía prefrontal, que llegó a convertirse en una moda que dejó a su paso a miles de pacientes con problemas de apatía, pasividad, falta de iniciativa, incapacidad de concentrarse y una vida emocional superficial y limitada.

Fue hace menos de cien años, en la década de 1950, cuando los avances combinados de la psicología y de la psiquiatría abrieron la puerta a tratamientos seguros y efectivos de muchos problemas mentales. Los farmacológicos han demostrado una gran eficacia, especialmente en casos de problemas con experiencias psicóticas o de pérdida de contacto con la realidad, como son la esquizofrenia, el trastorno bipolar y el trastorno esquizoafectivo. Usados correctamente, los antipsicóticos permiten una vida normal a muchos pacientes que en el pasado habrían estado confinados en un psiquiátrico, víctimas de sus percepciones distorsionadas de la realidad.

Otros medicamentos, como los que abordan la depresión y la ansiedad, son eficaces pero a la larga resultan problemáticos, y generalmente se acompañan de terapias desarrolladas y probadas con base en evidencias, que apenas empezaron a desarrollarse en la década de 1990. La más desarrollada y la primera que fue sometida a estudios aleatorizados como los que se realizan para medicamentos químicos, es la terapia conductual cognitiva, que se utiliza sobre todo para cuadros depresivos y de ansiedad, pero que es además útil en el tratamiento de trastornos de la alimentación, abuso de sustancias, trastorno bipolar, trastorno de estrés postraumático y otras afecciones.

Está usted loco

Una y otra vez, distintas dictaduras han argumentado que cualquier persona que se oponga a ellas tiene, claramente, un problema psiquiátrico. Esto se llamó, en la Unión Soviética, el 'mecanismo psicopatológico de la disidencia' y en China 'peligro psiquiátrico político'. Otros países que han utilizado el pretexto de los problemas mentales para perseguir a sus disidentes son la Alemania Nazi, Japón, Cuba, Noruega, Rumanía y los Estados Unidos, donde se llegó a afirmar que el deseo de escapar que tenían los esclavos negros era un trastorno mental.

Pero queda aún camino por recorrer: ni los fármacos ni las terapias son eficaces en todos los casos y aún hay mucho por saber sobre cómo nuestro sistema nervioso y su función, la mente, se ven afectados por diversos factores. En muchos sentidos, seguimos en la infancia del cuidado de la salud mental, pero al menos hemos superado las épocas más violentas e ignorantes.

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