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Cuanto más se sabe sobre nuestros primos neandertales, más familiares resultan. Frente a la imagen derivada de los primeros hallazgos en el siglo XIX, que de la forma de sus cráneos y huesos, más robustos que los nuestros, dedujeron que se trataba de unos seres ... salvajes y brutales -de ahí la expresión 'ser un neandertal'-, los especialistas han demostrado desde hace años que la realidad es muy diferente. Se sabe que fabricaban herramientas, controlaban el fuego, se vestían, pintaban, enterraban a sus muertos y tenían la capacidad de hablar como nosotros. Incluso cuidaban a sus mayores y enfermos.
Un estudio publicado este miércoles en la revista 'Science Advances' ahonda en este último aspecto y desvela que ejemplares de estos homínidos encontrados en una cueva en Valencia cuidaron de un pequeño (o pequeña) con síndrome de Down hasta los seis años de edad. «Es el caso más antiguo. En el registro fósil no hay ningún otro caso de momento», explica en conversación con este periódico Mercedes Conde-Valverde, autora principal del trabajo, que ha sido elaborado desde la Cátedra de Otoacústica Evolutiva (HM Hospitales-Universidad de Alcalá).
Este sorprendente hallazgo procede del estudio de los restos de un hueso temporal, el situado en los laterales del cráneo, a la altura de los oídos. Descubrieron que 'Tina' -pese al nombre, los investigadores no saben si se trataba de un niño o una niña; la denominación científica del fósil es CN-46700- tenía entre 6 y 7 años cuando murió, y que probablemente tenía síndrome de Down. Lo saben porque tenía una cóclea más pequeña y anomalías específicas del canal auditivo más corto llamado Canal Semicircular Lateral (LSC), rasgos que encajan con este síndrome. «Todas las evidencias disponibles sugieren que CN-46700 probablemente tenía síndrome de Down», asegura Conde-Valverde. Como consecuencia, 'Tina' habría sufrido una «seria pérdida de audición y problemas de equilibrio y vértigo».
En estas condiciones, la madre habría tenido dificultades para cuidar a 'Tina' y al mismo tiempo sobrevivir sin la ayuda del grupo. En otras palabras, «creemos que necesitó y tuvo mucha ayuda por parte del grupo. El cuidado y la crianza colaborativa ocurrieron juntos en los neandertales y ambos comportamientos prosociales eran parte de una adaptación social más amplia de alto valor selectivo que debe haber sido muy similar a la de nuestra especie». En el trabajo, los autores citan un caso de un chimpancé con esta enfermedad que logró sobrevivir 23 meses gracias a los cuidados de su madre y de su hija mayor. Cuando esta dejó de ayudarla para dedicarse a su propia descendencia, la solitaria madre no pudo cubrir todas sus necesidades. En el caso de nuestra especie, los casos más antiguos de este síndrome son cinco pequeños que vivieron en el Neolítico, entre el 3.600 y el 400 a.C. «Ninguno de ellos sobrevivió más de 16 días», destaca la especialista.
«Se conocían ya casos de neandertales que habrían sobrevivido gracias a la ayuda de sus congéneres, pero eran todos adultos», recuerda. La duda entre los especialistas residía en si esta ayuda tenía un origen egoísta y era una especie de intercambio -»hoy te ayudo porque mañana me vas a ayudar tú a mí, o te ayudé en el pasado y te lo estoy devolviendo»- o si era puramente altruista. En el caso de este niño, no podría esperar recibir nada a cambio, lo que reforzaría la idea de que este comportamiento sería por solidaridad. «No podría haber devuelto el favor a nadie, porque tendría una serie de patologías que le impedirían tener una vida, digamos, normal». «Nos hace ver que los neandertales son mucho más parecidos a nosotros», afirma la experta.
Se sabe que los neandertales vivían en pequeños grupos en cuevas o en abrigos cercanos y que se desplazaban en función de sus necesidades. Tenían una mandíbula más potente, una nariz más alta y la frente retraída hacia atrás. En cuanto al resto del cuerpo, los varones no llegaban al 1,70 metros de altura, pero eran más robustos que nosotros, con un peso que rondaba los 85 kilos. «Si nos lo encontráramos vestidos con un traje, solo pensaríamos que es un hombre un poco feo», asegura el experto holandés Wil Roebroeks.
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